Viralizando
Hace unos días, haciendo mercado en un centro comercial, le tocó atenderme a una chica con una gripa que pretendía contener con un pañuelo facial en el que estornudaba y echaba sus mucosidades, luego lo ponía en el mesón, manipulaba los alimentos con la mano contaminada y recibía y entregaba dinero con esa misma mano; arreciaban las mucosidades y tomaba nuevamente el pañuelo para reiniciar un ciclo perfecto de expansión de su virosis. Como pude, le ayudé a pasar la compra sin que tocara los elementos, mientras le decía que no podía seguir trabajando en esas condiciones y que debía ponerse un tapabocas.
Cuando me prestó atención, ante mi insistencia, me dio una mirada en la que supe que no lo iba a hacer porque no podía abandonar esa caja, so pena de meterse en problemas. Así que me dirigí a atención al cliente y expuse la situación, la chica estaba ocupada, interrumpí lo que hacía, me identifiqué como médico, le dije con toda claridad mi preocupación y le solicité que fuera a resolverlo. Me fui con la convicción de no haber sido escuchado y que no lo iban a hacer, y con la certeza de saber que debía lavar todos los alimentos, inclusive las bolsas, antes de almacenarlos; lo cual hice.
Un virus es un microorganismo que sólo puede multiplicarse dentro de una célula, compuesto por un pequeño genoma de ADN o ARN rodeado por una envoltura proteica, a nivel estructural, pero con un significado llevado a niveles mitológicos porque se le asocia con epidemias devastadoras. Los virus y las bacterias, paradójicamente, están en los mismos orígenes de la vida, nosotros no los conocemos pero ellos a nosotros sí, han crecido y se han desarrollado dentro y fuera de nuestras células.
Y mutan, inclusive en nuestro terruño. Todos los años, para las mismas épocas, aparecen las mismas virosis a las cuales les ponemos nombres diferentes, pero son los mismos virus estacionales que conozco desde cuando hice mi internado en el Barranquilla Memorial Hospital a mediados de los 70, aunque varían en presentación de los síntomas debido a estas mutaciones.
Y mutan, precisamente, porque somos el caldo de cultivo perfecto para que se reproduzcan y adopten formas nuevas, somos absolutamente ignorantes en salud de la comunidad: nadie se tapa la boca o la nariz para toser o estornudar, se suenan las narices y botan las secreciones al piso en cualquier sitio, nadie usa un tapabocas al tener síntomas, las personas lanzan todo tipo de basuras a la calle con la consecuencia nefasta de tapar los desagües, nadie se lava las manos en los restaurantes antes de comer; y así, un montón de situaciones sin las mínimas condiciones de salubridad.
La mejor forma de tratar de contener el impacto del Coronavirus y cualquier otra virosis, es dejar la paranoia, dejar de ser tan cochinos comunitariamente, y lavarse las manos cuando lleguen a su casa. Con eso estamos haciendo bastante.