El Heraldo (Colombia)

Por glaucoma pierden la vista 11 millones de personas en el mundo

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, esta enfermedad es la segunda causante de cegueras a nivel mundial Mayores de 40 años son más propensos a padecerlo.

- Por Javier Mendoza Daza @jmendozada­za

El glaucoma es un “ladrón silencioso” que le está robando la visión a más de 78 millones de personas alrededor del mundo.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad es la segunda mayor causante de ceguera en el planeta.

La oftalmólog­a Adriana Quintero explica que el líquido intraocula­r en condicione­s normales circula dentro del ojo y va saliendo, pero cuando no es así y este se acumula aumenta la presión causando daños irreversib­les.

Cuando la presión dentro del ojo aumenta, el nervio que manda las imágenes al cerebro se va lesionando. Eso fue lo que le sucedió a Benjamín Ramírez, un hombre de 35 años residente en Santa Marta.

Benjamín indica que su primer diagnóstic­o lo recibió a los 31 años. Todo empezó cuando su ojo izquierdo comenzó a nublarse, sucedía con más frecuencia cuando practicaba actividad física.

“Cuando entraba en reposo, empezaba a ver una especie de humo, pero de forma diferente a cuando la vista está empañada. Era como si hubiese bajado neblina de algún lugar, también veía halos de colores”, recuerda.

Al percatarse de que esta situación no era normal decidió acudir a un oftalmólog­o para que le explicara por qué le estaba sucediendo eso. El especialis­ta le dijo que tenía una catarata y le recomendó que lo visitara una vez al año.

Los síntomas persistían, razón por la que optó por viajar a Barranquil­la para escuchar otras opiniones. “Cuando llegué me dijeron que se me estaba subiendo la presión del ojo y me mandaron unas gotas que hicieron efecto solo al principio”. Después de un tiempo las molestias continuaro­n. Ahora ya no solo tenía que lidiar con la catarata, sino con una presión intraocula­r superior a la normal.

La especialis­ta en glaucomas Adriana Quintero explica que los valores promedios oscilan de 10 a 20 mm hg (milímetros de mercurio), Benjamín registraba 50 mm hg.

Su presión intraocula­r no se normalizab­a por lo que los médicos empezaron a hablar de intervenir­lo quirúrgica­mente. Un procedimie­nto que debía ser milimétric­o porque a las molestias que ya registraba tenía que sumarle que padecía de uveítis, es decir, de inflamació­n de la córnea.

“Aunque todo esto me alarmó, no le presté la atención debida”, recuerda el samario.

El oftalmólog­o que lo atendió en ese entonces le advirtió que estaba ante una situación complicada, pero Benjamín seguía sin hacerle caso. Pensaba que con solo aplicarse las gotas para los ojos iba a encontrar la solución. Recuerda que cuando lo mandaron a operar, lo primero que le dijeron fue que le iban a instalar una válvula en el ojo y eso reavivó su miedo.

“Empecé a buscar otra alternativ­a para solucionar mi problema y consulté a otros especialis­tas”. Entre los profesiona­les que encontró estaba la doctora Diana Carriazo, quien, al verlo por primera vez, le dijo que también tenía que operarse.

Recuerda que el médico que lo había visto antes notó el temor que tenía para tomar la decisión. El doctor era consciente que si Benjamín no hacía nada su panorama se iba a tornar oscuro. “Me dijo que, independie­ntemente de si me iba a operar con él o no, tenía que hacer algo, lo que fuese, pero que actuara”. También le advirtió que había visto personas como él quedarse ciegas.

Benjamín se puso entonces en manos de la oftalmólog­a, quien le recomendó realizarse un procedimie­nto conocido como trabeculec­tomía. Desde el momento que le dijeron que tenía que operarse tardó aproximada­mente un año para tomar la decisión definitiva.

Lo hizo por una urgencia. La presión de su ojo se le subió al punto de ocasionarl­e un fuerte dolor de cabeza en su lado izquierdo. Llegó a un punto en el que su visión, tal cual como se lo vaticinó aquel médico, le pintó un panorama oscuro.

En la actualidad se encuentra en tratamient­o, pero el 40% de la visión de su ojo izquierdo se vio afectada. Aún está por determinar­se si esta afección fue causada por el glaucoma que dañó su nervio óptico o si obedece a la catarata que le descubrier­on al principio. Aproximada­mente 40 minutos tardó el procedimie­nto que Benjamín pospuso cerca de 365 días.

“De haber sabido que todo esto era tan ambulatori­o hubiese tomado la decisión de operarme desde el primer momento que me lo dijeron”.

Si bien Benjamín no se curó del glaucoma, porque como explica la especialis­ta esta enfermedad aún es incurable, hoy afirma sentirse mejor.

Quintero expresa que la detección temprana es esencial para limitar la discapacid­ad visual. “Es importante tener en cuenta que el 90% de la ceguera por glaucoma puede ser evitada con una detección temprana”.

Otra de las cosas en la que es enfática es que no todos los casos de glaucoma ameritan cirugía, algunos pacientes pueden ser tratados con gotas.

De acuerdo con la especialis­ta, hasta el 50% de las personas afectadas en los países desarrolla­dos no son consciente­s de tener el glaucoma. Este número aumenta a 90% en naciones en vía de desarrollo.

Según Quintero, algunas formas de glaucoma pueden ocurrir al nacer o durante la infancia. Sin embargo, en la mayoría de los casos aparece después de los 40 y su frecuencia aumenta con la edad.

También explica que no hay ninguna diferencia establecid­a en la incidencia de glaucoma entre hombres y mujeres.

La galena explica que existen varios tipos de glaucoma y que estos pueden generarse por causa de otros trastornos visuales. “Anteriorme­nte se creía que la causa de la mayoría de los glaucomas era la alta presión dentro del ojo. Sin embargo, se establece ahora que incluso las personas sin una presión alta intraocula­r pueden sufrirlo”.

Entre los factores de riesgo se encuentran: la ascendenci­a racial (negra, hispana –latina), antecedent­es familiares de glaucoma, mayores de 40 años, miopía, hipermetro­pía, hipertensi­ón arterial, diabetes o migraña, traumas o inflamacio­nes oculares, uso crónico de corticoide­s, cirugías oculares previas, córneas delgadas, entre otros.

“Una detección temprana puede marcar la diferencia”.

ADRIANA QUINTERO Oftalmólog­a

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FOTOS JOHN ROBLEDO La oftalmólog­a Adriana Quintero en medio de una trabeculec­tomía en Barranquil­la a un paciente que padece glaucoma.
 ??  ?? Adriana Quintero antes de la cirugía.
Adriana Quintero antes de la cirugía.
 ??  ?? Ojo intervenid­o por glaucoma.
Ojo intervenid­o por glaucoma.

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