El euro: un símbolo
El euro es la divisa oficial de los países miembros de la Unión Europea. Concretamente de 19 de ellos. Si revisamos un poco su historia, esta moneda única fue un objetivo perseguido desde los años setentas en el viejo continente. Un largo proceso de negociaciones y discusiones fue el que derivó en ella. El principal argumento de sus partidarios en aquel momento es que permitiría una política presupuestaria y monetaria común.
Pero a pesar de las intenciones iniciales, el Euro ha tenido que superar muchos obstáculos, en especial, la falta de voluntad política en aras de fortalecerlo, de algunos Estados miembros de la UE. Hay europeístas y anti europeístas, según el bando, así han sido las actuaciones de los respectivos líderes de turno -sé que lo simplifico en exceso, pero es lo que ha ocurrido en últimas-. Entonces, la organización responsable de su estabilidad es la real encargada de que esta moneda se afiance y sea una institución en sí misma; me refiero, al Banco Central Europeo: su emisor.
Hoy el BCE está dirigido por quien es considerada una de las mujeres más poderosas del mundo, Christine Lagarde, antes directora del Fondo Monetario Internacional (FMI). Por lo tanto, sus pronunciamientos en medio de una pandemia que ha azotado su jurisdicción territorial fiscal como ninguna otra, son la única pista que tenemos de una moneda que si no es arropada por los miembros más fuertes, en momentos de crisis, podría entrar en cuidados intensivos y perder lo ganado con tanto esfuerzo histórico.
La otra mujer importante en la UE es su presidenta: Ursula Von der Leyen. Quien junto a Lagarde ha iniciado una cruzada para salvar al Euro de los estragos del coronavirus. De hecho, a pesar de ser de origen alemán, ha pedido vehementemente a su coterránea Angela Merkel que asuma una posición más integracionista… ¿Qué pasa? Los dos países más golpeados son Italia y España, mientras el BCE (Lagarde) está haciendo todo lo que está a su alcance para mantener la prima de riesgo de dichos Estados, Alemania (Merkel) es cada vez más crítica con las actuaciones de la banca. Pero esto no es nuevo, de hecho, algunos economistas lo denominaban desde el año pasado como la “paradoja alemana” pues son los más duros en sus posiciones contra el BCE pero a la vez, han resultado por ser los más beneficiados del Euro como moneda común.
Hace poco me terminaba el libro “Crash”, del economista histórico, Adam Tooze, quien insiste a partir de su investigación y recorrido en que debemos tener como prioridad la consolidación del euro como moneda alternativa al dólar. Lo necesitamos como humanidad. Lo necesitan los Estados y el mercado.
En conclusión, creo que toda esta reflexión es pertinente no solo para comprender mejor desde Latinoamérica el panorama europeo, sino también para que desde países como Colombia, tengamos evidencias de que las discordancias territoriales entre mandatarios de uno u otro nivel, no son solo propias de nuestro ecosistema político sino también de los más sofisticados.