Thomas disfruta ya de su nuevo corazón
Un niño barranquillero de 10 años “protagonizó” exitosamente el primer trasplante de corazón pediátrico en el país durante la emergencia sanitaria por COVID-19.
Este niño barranquillero de 10 años, que sufría de una cardiopatía dilatada, fue sometido a un exitoso trasplante de corazón en medio de la peor crisis sanitaria que ha enfrentado el mundo recientemente Su madre cuenta ➲ su historia a EL HERALDO.
Cuando Thomas Paba Díaz conoció que su médico y sus padres contemplaban la posibilidad de que le trasplantaran un corazón artificial, lo único que dijo fue: “Yo quiero un corazón de verdad”. No porque temiera convertirse en una especie de híbrido entre humano y robot —como a algunos niños de 10 años podrían, creativamente, pensar—, sino porque había escuchado el millonario costo de una de estas prótesis, muy difícil de asumir para su familia.
No era una decisión fácil de tomar, sobre todo teniendo en cuenta que, por una parte, la pandemia causada por el nuevo coronavirus había dificultado, más de lo normal, los procesos de trasplante de órganos biológicos. De otra parte, no podía seguir viviendo sin un nuevo ejemplar de este órgano. Thomas no vio otra opción y en eso demostró que, efectivamente, tenía un corazón más grande que los demás.
Para entonces, principios de abril de 2020 y en plena cuarentena por la COVID-19, Thomas no había podido ponerse al día con las clases virtuales, como lo estaban haciendo sus compañeros de quinto grado, pues llevaba más de dos meses hospitalizado con un diagnóstico de miocardiopatía dilatada idiopática, una enfermedad que aumenta el tamaño del corazón al punto de impedirle bombear la sangre que el cuerpo necesita.
Según su mamá, Yuleini Díaz Noguera, él era un niño “completamente sano”, amante del fútbol y seguidor del Junior de Barranquilla; pero una gripa, de esas que suelen ser producto de las brisas barranquilleras en diciembre, le derivó en una sorpresiva enfermedad.
“Yo estaba viviendo en Santo Domingo, Ecuador, cuando pasó todo esto. Había llegado a Barranquilla, donde vive con su papá, para visitarlo durante la Navidad. Entre el 28 y 29 de diciembre le dio una gripa, pero no pensábamos que esa gripa iba a ocasionarle la cardiopatía dilatada”, contó su mamá, de 28 años, a EL HERALDO, asegurando que 20 días después aparecerían nuevos y más alarmantes síntomas.
BUSCANDO UN DIAGNÓSTICO PRECISO. Dolor de estómago, mareos y vómito fueron debilitando a Thomas, quien fue llevado a un centro médico en la capital del Atlántico para que le trataran una aparente gastritis; sin embargo, los medicamentos no hacían efecto y solo generaron en el niño una fuerte retención de líquidos y la imperiosa necesidad de ser trasladado a otra clínica.
Así fue como llegó al hospital Adelita de Char, donde la atención médica tomó otro rumbo cuando decidieron practicarle un electrocardiograma. “Ahí se dieron cuenta de que el niño no tenía gastritis, sino un padecimiento del corazón”, explicó Yuleini, que para ese momento había ido y vuelto de Ecuador.
“Vieron que el corazón se salía del espacio en el que debía estar y lo trasladaron a la Clínica de la Costa. Allá dijeron que supuestamente tenía unas venitas averiadas que debían ser operadas, pero que era necesaria una máquina de ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea) que solo tenían en la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV). Así fue como terminamos en Floridablanca, Santander”, relató.
Ocho días más tarde y tras decenas de análisis y exámenes, a Thomás le fue diagnosticada la miocardiopatía dilatada idiopática que, si bien en algunos casos genera una debilidad leve en el corazón, según Javier Castro Monsalve, jefe del servicio de cardiología pediátrica de la FCV, “en el niño, el corazón estaba severamente afectado”.
A LA ESPERA DE UN CORAZÓN SANO. Con el diagnóstico preciso, Thomas, el barranquillero de 10 años, entró a una carrera contrarreloj por un trasplante de corazón, en medio de una de las más fuertes crisis sanitarias que ha enfrentado el mundo.
“La cantidad de donantes pediátricos es mínima, lo cual quiere decir que cuando un paciente pediátrico requiere un corazón para ser trasplantado tiene muy poca posibilidad”, explicó Antonio Figueredo Moreno, jefe de cirugía cardiovascular de la FCV.
De acuerdo con Figueredo, a la dificultad que tiene realizar un trasplante de corazón a un paciente pediátrico, en este caso se le sumó la disminución dramática del número de donantes por razones derivadas de la pandemia, como el aislamiento, las limitaciones para la consulta y las restricciones en la movilización.
Sin embargo, el 23 de abril —un día después de que Thomas dijera que quería “un corazón de verdad”—, luego de su crisis cardiaca más fuerte y en una condición bastante débil recibieron la noticia que estaban esperando: había un posible donante en una ciudad cercana a la capital santandereana.
Inmediatamente se empezaron con los análisis para determinar si era compatible y, además, se tuvo que hacer una prueba atípica para descartar que el donante estuviera infectado por el SARS-CoV-2, causante de la COVID-19.
“Cuando supimos que sí se iba a hacer el trasplante me puse muy alegre. Juntos, le dimos gracias a Dios porque sabíamos que en medio de todo esto que estaba pasando era muy difícil que llegara un corazón, así que esperamos tranquilos que todo saliera bien, aunque me daba miedo perder a mi hijo”, contó Yuleini, mamá de Thomas.
En cuatro horas se realizó el rescate y trasplante de corazón, pero los protocolos previos y posteriores sumaron cerca de 30 horas de trabajo continuo, según explicó el jefe del servicio de cardiología pediátrica de la FCV, Javier Castro Monsalve, quien aclaró que, con ello, Thomas se había convertido en el primer paciente pediátrico en recibir un trasplante de corazón en Colombia durante la pandemia.
“THOMAS HABÍA REGRESADO”. A pesar de que se había logrado el trasplante, las complicaciones lograron atemorizar a los padres y médicos de Thomas, pues el corazónparecíanofuncionar y tuvieron que esperar siete días —en los cuales el niño se mantuvo inconsciente conectado a la máquina de ECMO—paraveralpequeño despertar de su “sueño”.
“Cuando recobró la consciencia, como había durado tanto tiempo en cama, Thomas tenía una inflamación craneal grave que hacía que no nos reconociera, ni supiera qué había pasado. Fue muy duro, pero los médicos nos decían que la hinchazón bajaría y él nos recordaría”, relató Yuleini.
La madre explicó que tuvieron que ser pacientes y aguardar a que se cumplieran las predicciones de los médicos sobre su hijo. “A los seis días, él llamó a una enfermera por su nombre, así supimos que Thomas había regresado”, dijo.
Poco a poco, el pequeño ha ido recobrando la fuerza, aunque deberá esperar al menos un año para volver a jugar fútbol, cantar los goles de su amado Junior y retomar las actividades que un niño de 10 años suele realizar. Hoy, Thomas no se preocupa por que la pandemia le impida salir a la calle, sino que se enfoca en recuperarse en el hospital junto a sus padres, con todas las ganas de salir adelante y de volver a vivir.
Si bien no ha sido fácil, para Yuleini el mayor reto ahora es lograr que su hijo contenga toda la energía que ha guardado durante los últimos tres meses y medio hospitalizado, y que su familia pueda encontrar los recursos para costear la gran cantidad de medicamentos que necesita Thomas para continuar con su recuperación.
*Los recursos económicos son fundamentales para las familias luego de enfrentar cirugías de este tipo, por eso, quienes estén interesados en brindar un aporte pueden hacerlo contactándose con sus familiares a través del número de teléfono 3022587940