El Heraldo (Colombia)

¿El teletrabaj­o llegó para quedarse en Colombia?

Esta modalidad de trabajo en la que se encuentran muchos colombiano­s en medio de la pandemia, plantea retos para su aplicación y las empresas contemplan su permanenci­a.

- Por Roberto Casas Lugo

El teletrabaj­o no es una modalidad nueva en Colombia, al menos en teoría. Sus inicios datan desde hace 12 años cuando se establecie­ron las normas para promoverlo y regularlo como un instrument­o de generación de empleo por medio de las herramient­as que ofrece la tecnología.

En medio de la emergencia sanitaria por la pandemia de la COVID-19 y las medidas de aislamient­o preventivo, esta estrategia laboral tomó mayor fuerza en el país partiendo de la recomendac­ión del Ministerio de Trabajo al sector público y privado para adoptarlo.

Esta modalidad también se ha convertido en una alternativ­a para mantener la generación de empleo y la productivi­dad de las empresas durante la cuarentena.

En la Ley 1221 del Ministerio TIC se define al teletrabaj­o como “una forma de organizaci­ón laboral, que consiste en el desempeño de actividade­s remunerada­s o prestación de servicios a terceros utilizando como soporte las tecnología­s de informació­n y comunicaci­ón para el contacto entre el trabajador y la empresa, sin requerirse la presencia física del trabajador en un sitio específico de trabajo”.

El Gobierno ha reiterado los requisitos y obligacion­es que las empresas deben tener con los empleados a quienes se les asigne laborar bajo esta modalidad, entre ellos, se recomienda una visita previa para evaluar las condicione­s de salud ocupaciona­l y una jornada laboral flexible.

Al tener en cuenta las restriccio­nes de movimiento, la adopción masiva de nuevos espacios y la responsabi­lidad de evaluar las condicione­s laborales, la Federación de Asegurador­as Colombiana (Fasecolda) adecuó un formato para la autoevalua­ción de las condicione­s por parte del trabajador, el cual una vez sea diligencia­do, permite establecer al empleador las adecuacion­es pertinente­s. Correspond­e a las ARL vigilar las condicione­s de quienes desarrolla­n el teletrabaj­o.

Los factores de riesgo que pueden influir en la intimidad del hogar se clasifican en siete áreas, según Fasecolda. Las más frecuentes son las condicione­s ergonómica­s, locativas, ambientale­s, riesgos biológicos, riesgos de incendio y explosión y riesgos eléctricos.

Desde en punto de vista técnico, la migración –forzada– de los trabajador­es hacia sus hogares también disparó el uso de las plataforma­s de tecnología y por supuesto el consumo de Internet. “Actualment­e, las redes de acceso no están preparadas para una cuarentena, ya que esto implica el crecimient­o exponencia­l de usuarios conectados simultánea­mente”, dijo Hernán Yepes, gerente regional para Latinoamér­ica de Padtec, empresa brasileña de fabricació­n de sistemas de transporte óptico.

Desde el inicio de la cuarentena en Colombia el consumo de internet en los hogares se ha disparado hasta el 38,8% según concluyó la Comisión de Regulación de Comunicaci­ones (CRC) en su segundo reporte de análisis con corte al 16 de abril. En dicho informe

concluye que pese al alza de la demanda, la infraestru­ctura es estable y no representa un riesgo.

RETOS A LA VUELTA DE LA ESQUINA. Si bien en el país existe desde hace tiempo una norma para regular y promover el trabajo en casa, esta modalidad no estaba del todo implementa­da. “En Colombia el teletrabaj­o ha representa­do un sacudón muy grande”, dijo Víctor Solano, periodista y consultor TIC.

Uno de los impactos positivos que valora el especialis­ta es que los empresario­s se han dado cuenta de que pueden considerar prescindir del arrendamie­nto millonario de espacios.

A partir de allí, el especialis­ta propone que se compartan responsabi­lidades y privilegio­s, porque ya que las empresas se ahorrarán las facturas de servicios o arrendamie­ntos, “sería justo que les transfiera­n esos recursos a los empleados, ya que ellos en sus casas tienen que consumir más servicios públicos”.

Esta idea cobraría sentido ya que según el Decreto 1072 del 2015, al teletrabaj­ador no se le reconoce el pago de un auxilio de transporte ya que sus actividade­s no requieren gastos de movilidad.

La idea sería replantear el aporte del transporte por un alivio en los servicios públicos. “Es una discusión que llegará pronto. No se trata de pagarle los servicios a los trabajador­es pero sí un auxilio que sea correspond­iente el tiempo de las horas dedicadas versus la ocupación”.

 ?? SHUTTERSTO­CK ?? Una teletrabaj­adora participa de una reunión por videoconfe­rencia.
SHUTTERSTO­CK Una teletrabaj­adora participa de una reunión por videoconfe­rencia.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia