Enfoque de crisis
Si la brecha de género en tiempos de normalidad es aterradora, lo que se vendrá con la crisis económica derivada del COVID-19 podría llevar a resultados aún más desalentadores. En el mercado laboral la desigualdad entre hombres y mujeres ha sido un factor histórico; en el último año según estadísticas del DANE las mujeres están 22 puntos porcentuales por debajo en la tasa de ocupación de hombres en Colombia. Las dificultades que enfrentan las mujeres en el marco de esta crisis se materializan en múltiples dimensiones que van desde lo laboral hasta lo familiar. Si bien las instituciones han implementado medidas para apoyar a las mujeres en situaciones de violencia intrafamiliar, lo cierto es que se deben adoptar políticas que vayan más allá de líneas de atención y aborden la crisis con un enfoque de género.
Del 45.9% de la tasa ocupación nacional que representan las mujeres, un 33.4% corresponde a trabajos en comercio, hoteles y restaurantes, lo que se traduce en que uno de los sectores más afectados por la coyuntura actual es en el que mayor participación tiene este género. Del análisis de estas cifras se desprende la necesidad de establecer políticas especiales para apoyar a la mujer y su capacidad de trabajo en tiempos de COVID-19, medidas que deben ir desde estímulos financieros, hasta programas de formalización del empleo que respondan a la realidad de miles de mujeres en Colombia que por razones económicas, sociales y culturales han tenido que soportar una carga de labores domésticas superior a la de los hombres.
Las políticas de ingreso solidario, devolución del IVA, Colombia está contigo y mecanismo de protección al cesante, si bien apoyan globalmente a sectores de la población económicamente más vulnerables, lo cierto es que carecen de criterios orientadores para su implementación efectiva en términos de enfoque de género.
El desconocimiento de los derechos de la mujer se ha visto históricamente vinculado a la capacidad de generar ingresos y tener oportunidades de independencia, que además de llevar a que nuestro género se enfrente a carencias de poder en el sector público y privado, se traduce en la imposibilidad de desarrollo humano en los términos de Amartya Sen, esto es, la falta de oportunidades económicas como obstáculo para el ejercicio de las libertades fundamentales.
El escenario actual da lugar a que se generen sinergias entre las instituciones, y entre éstas y la sociedad civil, para la búsqueda de soluciones en el desarrollo de programas con enfoque diferencial, en los que las mujeres tengan incidencia política directa. Esta iniciativa articulada podría gestarse entre el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio del Trabajo y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, de la mano de organizaciones sociales de mujeres en el país.