25 años de la Fundación Gabo
25 años de engrandecer el legado del Nobel de Aracataca
La Institución que soñó y gestó Gabriel García Márquez es ya un referente consolidado de la promoción del periodismo en Iberoamérica. Con iniciativas y actividades para periodistas y público general, dinamizan el legado de su fundador Esta es su historia.
El 24 de mayo de 1995, diez jóvenes periodistas de distintos medios de comunicación de Colombia, Venezuela y Puerto Rico se juntaron en una casa del barrio El Prado ubicada en la carrera 54 # 66-112, antigua sede administrativa de EL HERALDO, para recibir durante cinco sesiones de cinco días un taller de reportería a cargo de Gabriel García Márquez.
Uno de los ejercicios de aquel encuentro consistió en la descripción de personas a partir de la caracterización de sus rasgos físicos. Para eso, el tallerista convocó a un experto en retrato hablado de la policía, quien enseñó a los aprendices los aspectos que consideraba más importantes para hacerse la imagen de alguien: las facciones del rostro, su altura, contextura, etcétera.
El ejercicio hizo parte del primer taller que impartió el Nobel de Literatura en el primer año de actividades de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano —actual Fundación Gabo—, que en 2020 cumple 25 años de liderar proyectos enfocados en transmitir a los jóvenes periodistas de Iberoamérica y el Caribe el deseo de su fundador de ejercer “el mejor oficio del mundo”.
El propósito de crear un espacio que permitiera una enseñanza sui géneris del periodismo, desligado de la academia, sin diplomas ni certificados, pero bajo la dirección de veteranos del oficio, se concretó poco a poco en la mente del Nobel, que desde los 80’s tenía la intención de crear un medio que, además de publicar los reportajes más veraces, contribuyera a la enseñanza periodística.
Jaime Abello Banfi —director de la Fundación y co—fundador junto a GGM, Alberto Abello Vives y Jaime García Márquez–, era en 1993 gerente del canal regional Telecaribe. El 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, en una charla en el lobby del Hotel del Prado, el escritor le echó “el cuento de su vida periodística” y le comentó la idea, urgente, de hacer un taller para periodistas jóvenes.
“¿Y por qué me hablas de todo esto?”, preguntó Banfi. “Porque quiero que me ayudes a pensar cómo hacerlo”, le contestó el escritor.
Después de reunirse con la gerencia de Telecaribe y varios periodistas, entre ellos Ernesto Mc Causland, en 1994 Abello Banfi redactó cuatro páginas en las que describió las bases de lo que sería la Fundación.
Se trataba, a grandes rasgos, de un proyecto para impulsar un sistema de educación no formal, dirigido a los periodistas (y no a los medios) y sustentado en experiencias de intercambio de métodos de trabajo que mejoraran los niveles del quehacer periodístico —escrito, visual y hablado— en los países de Latinoamérica y el Caribe.
La insistencia de promover una enseñanza no convencional, se debía a que García Márquez buscaba recuperar lo mejor de las ‘clases’ de periodismo de sus primeros años: tertulias con café a las cinco de la tarde en consejos de redacción en los que sólo se hablaba de periodismo. Por ello, el Nobel evitaba el uso de palabras como “escuela” o “academia”. La intención era propiciar talleres donde se estimularan las condiciones que para él eran las más importantes del periodismo: la creatividad y la práctica, con los ingredientes de la ética y del oficio.
‘OTRA OBRA DE GABO’
Salieron a la luz con dos seminarios, uno del 18 marzo de 1995 en el que se acordó la creación de la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa), y otro del 24 de ese mismo mes que reunió a periodistas de Colombia y Venezuela en días de tensión política entre ambos países.
El primer taller que organizaron, de crónica, estuvo a cargo de la periodista mexicana Alma Guillermoprieto, realizado en abril en las instalaciones de El Universal de Cartagena.
“Este medio fue donde
Gabo empezó su tarea periodística, y el segundo fue EL HERALDO”, recuerda Abello Banfi.
La primera sede de la Fundación quedaba en Barranquilla, pero tenían domicilio legal en Cartagena, donde en 1998 iban a instalarse. Los empleados fijos eran Jaime, una secretaria y un mensajero. Hoy son alrededor de 35, encargados de desarrollar y promover contenidos, proyectos especiales, curar eventos y coordinar actividades (como el ciclo de seminarios webs ‘Epidemiología para periodistas’, organizado recientemente como respuesta a la actual crisis sanitaria).
“Lo que hemos hecho es tratar de interpretar lo mejor posible el sueño y la idea que Gabo tenía de hacer estos talleres. El primer año hicimos actividades que siguen presentes en la Fundación. Después vinieron talleres de periodismo de investigación, de edición, de ética, de periodismo judicial. También uno de periodismo en internet, en 1997, que es probablemente el primero de su tipo en el mundo. Todo esto nació entre Barranquilla y Cartagena, como muchas cosas de Gabo”, dice Abello Banfi.
Para el primer empuje, la financiación corrió por cuenta de ambos cofundadores. De acuerdo con el director, que conoció a García Márquez en 1983 cuando trabajaba en la Cámara de Comercio, los primeros cinco años el Nobel invirtió aproximadamente medio millón de dólares para su sostenimiento. Adicionalmente, recibieron en 1995 el apoyo de la Unesco y después del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Como con los maestros invitados, detrás de esas gestiones estaba GGM.
En el libro Y pensar que todo estaba en nuestra imaginación (2016), que conmemora los primeros 20 años de la entonces FNPI –rebautizada en agosto del 2019 como Fundación Gabo–, Abello Banfi explica, en una memoria coral sobre los inicios del proyecto: “El 94 es el año de gestar la idea y fue un año muy singular en la vida de Gabo. Muy chévere. Él estaba en uno de esos años pletóricos, de madurez, en un momento en que se combina todo lo bueno: la fama, la creatividad, el éxito, el emprendimiento, el poder. Era como un Midas”.
Pero ese Midas, en vez de convertirlo todo en oro, quería dejar a los aprendices de los talleres un aporte de 50 años de experiencia, y que otros aprendices y maestros lo acompañaran en su empresa nueva, la cual, para Abello Banfi —como sus novelas, cuentos, reportajes, columnas periodísticas y guiones cinematográficos—, es “otra obra más de Gabo”.
PILARES
Como obra institucional, la Fundación cuenta con varios pilares. Además del aporte invaluable de su fundador, una Junta Directiva a la que hoy pertenecen su esposa, Mercedes Barcha, y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo. A ello se suma un Consejo Rector compuesto de prestigiosas voces del periodismo mundial, y todas las iniciativas que, además de los talleres, impulsan a lo largo del año: Premio Gabo, Festival Gabo, un programa de ética periodística (con Consultorio de ética en línea) y el Centrogabo.org, que desde 2015 impulsa espacios de apropiación social que proyectan la memoria del Nobel hacia la comunidad, especialmente en niños y jóvenes.
Otro pilar es la red de maestros que integran sus encuentros y talleres, y de los que se desprende un aporte substancial en relatorías, publicaciones y componentes pedagógicos de la Fundación.
Las alianzas son otro pilar imprescindible desde sus inicios: financiadores, patrocinadores o colaboradores de entidades públicas y privadas a nivel nacional e internacional, universidades, medios, cooperativas internacionales, etcétera. Un cuarto pilar —y su principal razón de ser— son los públicos: “Miles de profesionales y personas que han participado en nuestras actividades y que nos siguen a través de las redes sociales”, dice Abello Banfi.
LA ENSEÑANZA
Sólo hasta el 2019, el Festival Gabo, que se hace en Medellín, contaba siete ediciones que dejaron 10.721 trabajos postulados para el Premio Gabo y 28 trabajos galardonados en categorías de Texto, Imagen, Cobertura e Innovación. Este año, la edición del evento está programada para octubre, pero de acuerdo a cómo avance la crisis sanitaria resolverán la manera de hacerlo, si presencial o virtual.
“Nuestra intención es mantener los programas. Algunos se están transformando, otros creciendo, de pronto alguno se suspenda. Pero es parte de las circunstancias. Es una época para tener mucho cuidado, pero tenemos iniciativas nuevas”, explica Abello Banfi.
Sin embargo, la Fundación que en 1997 ya tenía página web y realizó el primer taller sobre periodismo en internet en São Pablo, Brasil, a cargo del brasileño Rosental Alves —otro miembro del Consejo Rector, sabe que las redes sociales no son sólo un espacio de difusión, sino de actividades. Desde sus plataformas siguen promoviendo becas, talleres y convocatorias. Un día invitan a eventos sobre la industria periodística en tiempos de coronavirus y otro abordan las relaciones de García Márquez con la medicina.
Cuando se le pregunta a Jaime Abello Banfi sobre los cambios de la enseñanza periodística en los comienzos de la fundación y en la actualidad, responde que lo principal ha sido lo digital.
“La visión de un periodismo con una base ética, investigativo y con un ideal de servicio público, eso se mantiene”, dice. “Pero lo digital ha modificado la manera de trabajar, el contexto del periodismo y la relación de las audiencias con los medios. Ha cambiado la manera como la gente se informa, interactúa y valora el periodismo. Han cambiado los métodos de trabajo del periodista y el financiamiento de la empresa, el modo de operar. Nosotros nos adaptamos a un contexto en que hay que asumir la tecnología como una parte fundamental. Pero mantenemos los valores y las claridades estratégicas iniciales. La visión de Gabo se mantiene”.