Panorama alentador
“Un violador en tu camino” se convirtió en un fenómeno mundial y multitudinario, en un himno feminista que denuncia la violencia sexual de las que somos y hemos sido víctimas miles de mujeres. El 5 de octubre de 2017 se viralizó el Me too, gracias a que el diario estadounidense The New York Times publicó un reportaje sobre el acoso sexual que durante más de 30 años ejerció el productor de cine Harvey Weinstein contra actrices, modelos y productoras, y por el que recientemente fue condenado a 23 años de cárcel. Pero, realmente, el #MeToo fue creado en 2006 por la activista estadounidense Tarana Burke para ayudar a mujeres jóvenes de comunidades marginadas que sufrieron algún tipo de violencia sexual.
Las denuncias e iniciativas como este performance, que buscan interrumpir la normalidad del acoso y de la violencia de género son una muestra del cambio. “Desde 2012, cada vez es más frecuente el número de historias de mujeres que cuentan el abuso que han vivido y cuando escuchamos esas historias sabemos que no somos las únicas. Es la mejor forma de interrumpir la normalidad de la violencia de género. Llamarla por su nombre: Violencia. Una forma de opresión y agresión que impacta negativamente en nuestro bienestar social, físico y emocional. Al contarnos estas experiencias y comunicarlas al mundo, estamos diciendo que esto no es normal y que queremos que estas realidades cambien”, asegura la doctora Gómez.
Las iniciativas, que se han dado apenas en las últimas dos décadas, han generado una ola de denuncias a través de las redes sociales por parte de miles de mujeres en el mundo, quienes han sido víctimas de diferentes formas de abuso sexual. Y, a pesar de mi oficio como periodista y los grupos activistas con los que guardo relación, me preguntó ¿por qué hasta ahora habló o escribo abiertamente sobre este tema? La respuesta se repite en los relatos de otras víctimas. Por miedo. El mismo miedo que podrían sentir las hijas de los hombres que afectaron mi vida y de los que espero estén ahora cantando junto a ellas “y la culpa no era mía, ni como estaba, ni como vestía”.