Egresados… en cuarentena
Hace tiempo había perdido el interés por mi título universitario. No obstante, asistí a mi ceremonia de grado en Zoom para tomar juramento. Me encontraba ofuscado y desinteresado en tal escenario hasta que se conectó el señor Carabalí. El graduando se presentó en pantalla junto a su familia, con bombas, serpentinas y confeti. En sus ojos vi un regocijo tan puro que me hizo sentir como un desagradecido durante la ceremonia.
Como último acto pro- tocolario, dimos adiós a la pantalla, con la sensación amarga de que muchos no nos volveríamos a ver.
Hoy, ese último adiós me hace recordar el miedo. El miedo de los recién graduados que esperábamos con ansias nuestro primer empleo, la renovación de un contrato o ganarnos el próximo concurso de emprendimiento. Aquello quedó relegado hacia un futuro muy incierto.
En la red sólo miramos frases de apoyo, acompañadas de anuncios que estipulan un desempleo del 13%. También miramos de principio a fin los videos motivacionales que nos envían, junto a videos recomendados que indican un crecimiento escueto del PIB. Y qué decir de las rutinas de ejercicio, si no las podemos disfrutar por el spam que nos recuerda que bajamos en el escalafón Doing Business.
Ya nos inscribimos a todas las videoconferencias intimidantes que repiten el famoso: te reinventas o te extingues. Tampoco hallamos más adjetivos para embellecer nuestras hojas de vida de CompuTrabajo. Tal vez tendremos que esperar. Al menos hasta que nos demos cuenta de lo intransigentes que hemos sido.
Desearía volver al fervor de nuestro grado virtual. Ese momento en el que fuimos ingenuos, pero felices. Mateo S. Ortega