Cambia chino x colombiano
Una historia conocida por los de nuestra generación y parcialmente por los menos veteranos fue la del cambio de la industrialización mundial, y con esta también el cambio de los orígenes de los productos que consumimos. Analicemos, durante la primera mitad del siglo XX las tres más importantes empresas del mundo eran en su orden, General Motors, Ford Motors Corp. y Chrysler, tres industrias automotrices americanas. A mediados de la segunda mitad de ese mismo siglo ya las tres primeras eran todas petroleras, y acercándose la segunda mitad, las tres primeras eran y hoy siguen siéndolo, las de los medios digitales. Pero así mismo se diversificó el origen de lo que importábamos.
Como un ejemplo de lo que ha sucedido en Colombia, mientras los derechos de aduana fueron porcentualmente elevados, aquí solo se comercializaban acondicionadores de aire de ventana y algunos centrales, marca Móseres, Inducol, Indufrial, Cardi, Páramo, todos costeños, y los General Electric, ensamblados en Bogotá; tan pronto Colombia se abrió a la internacionalización sin proteger a la industria nacional, se cerraron todas esas industrias, y desde entonces casi todos se importan. Es más fácil y menos riesgoso comprar afuera y traer que montar una industria. Así nos acostumbramos a que todo computador, impresora, equipo de sonido, televisor, celular, etc., que utilizamos, fuera importado, y casi en su totalidad del Asia, siendo China el del mayor porcentaje. En otros electrodomésticos, como neveras, congeladores, ventiladores, estufas, hornos, lavadoras, licuadoras, etc., a la industria nacional le toca lidiar una pelea muy fuerte contra los importados, también de China. Y como los colombianos somos muy nacionalistas a la hora de cantar el himno cuando juega la selección, pero muy poco cuando se trata de apoyar lo nuestro, pues si el chino vale mil pesos menos que el colombiano, el chino se va para nuestra casa. Si después del COVID-19 seguimos manteniendo ese mismo criterio, ¡entonces sí que estaremos j-o-d-i-d-o-s! Porque ahora ha quedado en evidencia la importancia de generar más y mejor industria, y con estas mucho mayor empleo formal.
Pero, debo ser franco, a mí se me prendieron las alarmas con mayor preocupación cuando vi que ya no eran computadores y TV lo que se estaba importando de China, que son equipos que tienen una vida útil de varios años y que exigen una muy elevada tecnología en su producción, difícil de montar acá, sino cuando vi que ya en supermercados y tiendas se comercializaban productos chinos comestibles, de aseo y de uso cotidiano, que pueden ser producidos y fabricados en Colombia porque tenemos la materia prima, la tecnología y la mano de obra para hacerlos. En ese momento comprendí que el riesgo que estaba corriendo la industria y por ende el empleo en nuestro país, era enorme, y que a los comerciantes eso poco les importaba, porque la competencia la gana el que vende más barato. Después de esta pandemia solo el Gobierno podrá diseñar una política de importación y de apoyo a la pequeña, mediana y gran industria, que sin sacarnos de la globalización, impida que lo hecho en China acabe con lo poco que tenemos. Y los colombianos lo lograremos solo si nos decidimos a priorizar la compra de lo que diga “Hecho en Colombia”.