Se dispara el COVID-19
Se sabía que el COVID-19 llegaría con fuerza a la Región Caribe, y eso que aún no se conoce lo que está pasando en los sures de los departamentos de esta parte del país, llenos de pobreza, de falta de institucionalidad en salud y con poco liderazgo. Según los datos del viernes anterior, Atlántico y Bolívar, específicamente la ciudad de Cartagena, ocupan el segundo y el cuarto lugar en términos de población contaminada. Particularmente Cartagena, ya figura como el caso más crítico en el país, una vez se acepta la difícil situación de Bogotá que lidera de lejos la gravedad de la pandemia.
La falta de liderazgo es sin duda una de las razones que amerita serios análisis porque precisamente por las características sociales y culturales, es esta capacidad de mando de sus dirigentes la que puede manejar la dimensión de esta crisis. La debilidad de muchos de sus mandatarios que además no han podido mantener una línea clara de acción, multiplica los impactos en una sociedad llena de desigualdades y con una histórica debilidad de sus instituciones. Estas últimas cifras de contaminados y muertes prende una alerta roja no solo a las autoridades de la región sino a la dirigencia local en general y a la sociedad misma, para que actúe de inmediato antes de que la pandemia llegue a esos sectores que no tienen la mínima capacidad de contener la pandemia o de atender a los enfermos.
Sorprende que el Atlántico después de Bogotá, tenga la situación más seria al reportar el viernes anterior 2.372 casos de personas contaminadas. ¿Dónde está el liderazgo de la gobernadora? Es un departamento muy pequeño, más conectado entre sus municipios que la mayoría de los otros departamentos de la región; tiene el respaldo de Barranquilla, la ciudad más desarrollada del Caribe, luego la crisis obedece evidentemente de falta de manejo por parte de la gobernación que no logra controlar lo que sucede con los acaldes. Se le agrega a esta realidad la corrupción en el manejo de recursos para atender las necesidades de la población que se ha sido clara en Malambo, por ejemplo.
Evidentemente no es solo la responsabilidad local la que cuenta, sino que el gobierno nacional especialmente en el tema de la dotación para la atención en salud debe reaccionar de inmediato. Cuantas unidades de cuidados intensivos están disponibles; cuantos hospitales de segundo y tercer nivel existen fuera de las capitales de los departamentos, son informaciones que ya deben estar disponibles antes de que se vuelva incontrolable el COVID-19. Ojo con San Andrés y Providencia cuya institucionalidad precisamente para atender los enfermos de COVID-19, se enfrenta a su histórica debilidad para la atención en salud. En síntesis, es hora de que los gobernadores coordinen su estrategia antes de que la pandemia devore al Atlántico y llegue a lo más atrasado de la región, los sures o como se ha denominado esta área, la parte no turística de la región.