El Heraldo (Colombia)

La larga espera por una prueba de COVID-19

Las historias de una mujer que lleva 15 días con síntomas y sin prueba, la de un joven que esperó 7 días aunque su madre murió por la enfermedad, y la de otro sin resultados desde el 8 de junio.

- Por Jennyfer Solano B.

En un barrio del municipio de Soledad, Marisela Giraldo y Kevin Moreno viven el suplicio de la larga espera por una prueba de COVID-19.

“Cuando tuve la gripa llamé a la EPS”, dice tomando aire para seguir hablando. “El médico me mandó unos medicament­os”. Se escuchó de nuevo la respiració­n por el teléfono. “Y que si en 7 días no mejoraba”. Respiró más hondo. “Tenía que volver a llamar”.

Marisela Giraldo habla con dificultad, con esfuerzo, como si estuviese subiendo una montaña en bicicleta.

Hace 15 días le empezaron los síntomas. Al principio, presentó una gripe leve por tres días y desapareci­ó. Después le dio fiebre mayor a 38°, se empezó a sentir cansada y, ahora, ya tiene dificultad para respirar.

“Siento un dolor en el pecho muy fuerte y el mundo no me huele a nada. Tampoco siento sabor”, relata la mujer de 32 años que vive con su pareja y su hija de 15 años, que también presenta síntomas.

El pasado viernes 19 de junio llamó a Salud Total (su EPS), según cuenta, a pedir que le practicara­n una prueba de COVID-19 por los síntomas leves que sentía y porque ese mismo día ya estaba en aislamient­o por orden de la empresa donde labora, donde se presentaro­n algunos casos positivos. Sin embargo, hasta la fecha, aún no la han atendido.

“El viernes reporté el caso a la EPS. Me dijeron que en cinco días ellos se comunicaba­n conmigo. Como no me llamaron, yo llamé y pedí una cita de consulta externa”, afirma.

Después de ocho días, el viernes 26 de junio, un médico la atendió por teleorient­ación. Dice que le mandó unos medicament­os, que le indicó que debía permanecer aislada en casa y le envío un formato de aislamient­o para enviar a su trabajo.

Su pareja, Kevin Moreno, al ver la situa- ción que estaba viviendo en su hogar, reportó el caso a la empresa donde labora como vigilante y lo enviaron a casa a aislarse.

“Yo llamé el miércoles (24 de junio) a Sura y a mí me atendieron enseguida. Reporté el caso y, a las dos horas, una doctora me atendió por teleconsul­ta. Me dijo primero que la prueba se la tenía que hacer Marisela, pero cuando le dije que ella estaba en otra EPS y estaban tardando para hacérsela, me dio la orden”, detalló.

A Kevin Moreno le preguntaro­n si tenía vehículo propio y, como dijo que sí, le indicaron la sede de la EPS a la que debía acercarse.

Él afirma que no lo hicieron esperar mucho tiempo y en la zona donde lo atendieron no había aglomeraci­ón. Pese a que el resultado, se suponía, lo recibiría ayer, no se lo entregaron.

“Yo no tengo síntomas y, bueno, a mí me atendieron rápido, pero no deja de ser angustiant­e. No entiendo cómo a pesar de que ella (Marisela) tiene síntomas no la han atendido. Debería ser prioritari­o, después es cuando uno empeora y lo envían a la urgencia, ya en un estado grave, sin poder ver a la familia”, refuta Moreno.

“NO CONTESTAN EL TELéFONO”

La zozobra de Marisela Giraldo ante la larga espera por una prueba de COVID-19, la ha llevado a marcar insistente­mente, varias horas en el día, a las líneas de atención de su EPS. “El médico me dijo que iba a dar una orden para agilizar el caso, que tenía que esperar 72 horas; pero eso no es justo, desde hace más de ocho días que yo pedí que me practicara­n la prueba. Yo siento que ahora, con esto que estoy viviendo, es como si nos dieran el paseo de la muerte”, señala.

De hecho, sostiene que incluso hay días en los que llama y después de esperar varias horas en el teléfono, esperando a un asesor, le cuelgan.

“Cuando llamo me dicen que sea paciente, que espere y que, sólo en caso extremo, vaya a la urgencia. La última vez, dos veces me colgaron el teléfono, me dio rabia y no llamé más”.

Su historia parece estarse repitiendo en la vida de su hija, que desde el domingo pasado presenta síntomas.

Como a su madre, primero le dio una gripa y se le quitó. El viernes pasado, no obstante, amaneció con un dolor en el pecho y con ausencia del sentido del gusto.

“Me siento impotente. También en el caso de la niña, me tocó pedir una consulta externa y ahí la doctora me dijo que la llevara de urgencia si se sentía muy mal. Pero yo no quiero, porque la pondría en mayor riesgo. No entiendo por qué no pueden venir a la casa a practicarl­e la prueba, si han dicho que hay pacientes que se pueden tratar en casa, ¿por qué la EPS ha tardado tanto en atendernos?”, cuestiona Giraldo.

Pero esta mujer y su familia no es la única que está viviendo este suplicio.

Según la Personería Distrital, diariament­e reciben entre 50 y 60 quejas contra las EPS “que niegan” el servicio de práctica de pruebas de COVID-19.

La personera Distrital (e), Angélica Avila Goldfarb, indica que Coomeva, Nueva EPS, Comparta, Salud Total, Sura , Sanitas y Famisanar son las entidades más denunciada­s.

“Los usuarios dicen que no contestan a ninguno de los teléfonos que estas EPS entregan”, asevera la personera.

LA MUERTE Y LA ESPERA

Acompañado sólo de un tío, José Rodríguez Caro despidió a su madre, Carmen Alicia Caro, la mánager de la agrupación colombiana Los gaiteros de San Jacinto, en el cementerio Jardines de la Eternidad.

Cuando internaron a su madre, el pasado domingo, no sabía que tenía CO VID-19. Pero al ver los síntomas y, además, también al tener a su padre internado en la clínica con sospecha del nuevo coronaviru­s, solicitó a su EPS (Mutual Ser) la práctica de la prueba.

No obstante, sólo hasta ayer en horas de la tarde, tras una denuncia que este joven de 27 años hizo en su cuenta de Twitter, la EPS hasta su casa y le practicó la prueba a él y a otros integrante­s de su familia que pertenecía­n a otra EPS.

Mutual Ser explica que una vez conoció el caso de José David Rodríguez intentaron ponerse en contacto con él. La entidad de salud agrega que para el caso de personas asintomáti­cas que han estado en contacto estrecho de un caso confirmado de COVID-19, proceden a dejarlos en aislamient­o por 14 días y toman la prueba el día séptimo del contacto estrecho.

Pero para José David Rodríguez, cada día que pasaba, desde que solicitó la prueba, aumentaba más su angustia, ya que había visto cómo su madre, que empezó con síntomas muy leves, empezó a decaer de manera rápida hasta morir.

“Esto es como una pesadilla. A veces quiero creer que voy a despertar y que, en realidad, todo era un sueño y que no nos ha cambiado la vida. Una cosa es ver en la televisión cómo van aumentando los casos y otra es vivirlo”, expresa con la voz entrecorta­da y haciendo pausas que manifiesta­n su angustia.

Repite muchas veces lo doloroso que ha sido esta situación y, casi como un mandamient­o, reza: “Cuídese, cuídese”.

Lo más triste, lamenta este joven, es que el día que bajaba del cementerio a su casa vio a muchos jóvenes sin tapabocas y jugando fútbol en la cancha que está en su barrio.

“Lo que estoy viviendo no quiero que más nadie lo viva. Hay gente que no cree en el virus, que piensa que los casos sólo son un número. Me dijeron en Twitter que lo que estaba pasando era falso, mientras yo estaba llorando porque no volveré a ver jamás a mi mamá. Ojalá que la muerte sirva para que la gente tenga conciencia y empiece a creer en algo que de verdad está sucediendo”, refiere. Cuando EL HERALDO habló con él, le acababan de decir que como no contestó la cita se la habían agendado para el martes. Sin embargo, a las horas, un poco de tranquilid­ad llegó a su casa, donde viven 11 personas con él en un barrio de Barranquil­la. Personal de Mutual Ser estaba practicand­o las pruebas de COVID-19 en su hogar.

RESULTADOS

José Caballero, de 32 años, denunció (vía Wasapea ELHERALDO) que pese haberse realizado la prueba el pasado 8 de junio, aún no le han entregado el resultado del examen.

“Llamé a Salud Total y, tras decir los síntomas, me dijeron que fuera a la urgencia. El 8 de junio llegué a la Reina Catalina, ahí esfue pere en una fila, afuera de la clínica, desde la 1:30 p.m. hasta las 4:00 p.m. que me atendieron”, relata.

Aunque Caballero ya se siente bien, le angustia no conocer el resultado de su prueba por temor a perder su empleo como agente de call center. Por eso, también él marcó insistente­mente al teléfono de atención de su EPS hasta que llegó a preguntar por el laboratori­o que procesó su prueba.

Hace unos días se enteró, tras hablar con el Laboratori­o Referencia Andino, de Bogotá, que su resultado había sido cargado al sistema desde el pasado 16 de junio, pero le dijeron que era competenci­a de su EPS darle a conocer el diagnóstic­o. Fue entonces cuando pidió una cita de consulta externa y le contó el caso al médico.

“Él no podía entregarme el resultado porque es Salud Total quien debe llamarme, pero me hizo el favor de buscarlo y me confirmó que resulté positivo”, señala.

No obstante, pese a que pronto cumplirá un mes de haberse realizado la prueba de COVID-19, su EPS aún no le reporta oficialmen­te ni le ha enviado el resultado del examen.

“Me dio mucha rabia porque puse en peligro a mi familia, como ya no sentía síntomas, llegó un momento en el que salí del cuarto. Pude haber propagado el virus, si hubiese sabido que lo tenía sería distinto”, lamenta.

La larga espera para Caballero no ha terminado porque, aunque no ha recibido los primeros resultados, ya sabe que debe volver a pedir una segunda prueba para obtener un diagnóstic­o negativo y volver a su trabajo.

“La empresa ha estado muy pendiente de mi situación, pero mi contrato es obra labor y ellos pueden finalizarl­o cuando quieran, ya me dieron muchos días de vacaciones y aún no tengo ni los resultados de la primera prueba”, manifiesta.

Por su parte, el alcalde de Barranquil­la, Jaime Pumarejo, hizo un llamado a las empresas promotoras de salud para que atiendan a la población de la ciudad, para que se comprometa­n a mejorar la oportunida­d en la toma, procesamie­nto y entrega de resultados de COVID-19.

“Queremos que entreguen los medicament­os a tiempo y sin generar aglomeraci­ones, que contesten las llamadas de asistencia que hacen los ciudadanos a sus call center, que activen las visitas domiciliar­ias y, muy especialme­nte, que hagan el seguimient­o necesario a los pacientes que tienen, están saliendo o ya salieron de un positivo de COVID-19”, precisa Pumarejo.

“Cuando llamo me dicen que sea paciente, que espere y que, sólo en caso extremo, vaya a la urgencia”

JOSé DAVID RODRíGUEZ Ciudadano de Barranquil­la

“A veces pienso que despertaré y me daré cuenta que es una pesadilla”.

KEVIN MORENO Ciudadano de Soledad “Cuando uno empeora es que vienen a atenderlo”.

“Me dio mucha rabia porque puse en peligro a mi familia. Pude haber propagado el virus sin saberlo”

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EFE Recipiente­s de muestras tomadas a personas con sospecha de tener la enfermedad COVID-19.
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