El Heraldo (Colombia)

Los golpes de la COVID-19 al comercio en B/quilla

La crisis económica generada por la pandemia causa estragos en los establecim­ientos de los sectores más golpeados, como la hotelería.

- Por Roberto Casas Lugo

“Mi sueño siempre ha sido tener un hotel cinco estrellas y este era el primer paso”, dijo Julio Arroyo, propietari­o y administra­dor del hotel Daily Hosting. Su fluidez en el diálogo se entrecorta y las lágrimas comienzan a empañar sus ojos. Toma pausa y continúa. “Compré el terreno hace unos siete años, pasé dos sin construir. Luego el banco me prestó y empecé a construir el primer y segundo piso. Ahora, el tercero lo llevo adelantado. Este año esperaba terminar de pagarle al banco para hacer otro préstamo, pero ya sabemos. De un momento a otro todo se vino al piso”.

De pie al frente del mostrador de la recepción, Arroyo recuerda con añoranza su rutina de hace un poco más de tres meses. “Llegaba aquí todos los días en la mañana y siempre me encontraba al personal feliz diciéndome que se había vendido. Es deprimente llegar en la mañana y no encontrars­e con las personas”.

Aunque el hotel esté cerrado desde principios de la cuarentena, Julio Arroyo va todos los días a realizar labores de mantenimie­nto con el fin de evitar un devalúo del inmueble. Mientras recorre los ahora silencioso­s pasillos una pregunta retumba en su cabeza y la respuesta aún no está todo clara. “¿Cómo puedo hacer?”.

“Cerrar fue una decisión bastante dura porque este es el único sustento que tengo de mi familia. Esto fue construido con mucho esfuerzo”, precisó. Un esfuerzo que según el propietari­o representó una inversión de $1.300 millones tomando en cuenta la compra del terreno, la construcci­ón del inmueble y las adecuacion­es internas.

Según sus cálculos, la entrada diaria del establecim­iento nunca bajaba de $400 mil, en gran medida por su cercanía a la terminal de transporte­s de Barranquil­la, su principal afluente de clientes y que a la fecha sigue cerrada salvo para ejecutar viajes de carácter humanitari­o. “El decreto de cerrar nos cayó como un balde de agua fría porque no lo esperábamo­s”.

Julio Arroyo se dirigió a la entidad financiera, pero no obtuvo una respuesta positiva sobre un alivio financiero del Gobierno y tampoco logró el refinancia­miento de sus cuotas de pago mensuales avaluadas en $4 millones. “Aún les debo un saldo, llevo cuatro meses sin pagarles por lo de la pandemia. El banco dio un plazo, pero en julio comenzará a cobrar”. Como microempre­sa, Daily Hosting le brindaba trabajo a tiempo completo a cinco colaborado­res, a quienes los considerab­a como “de la familia”, ya que habían estado con el hotel desde su inauguraci­ón. “Ellos han sido consciente­s de que no hay entrada. Con todo el esfuerzo se les ha ayudado con dos quincenas pero tuvimos que llegar a un acuerdo. Actualment­e no tienen trabajo”.

UN TRAGO AMARGO. “Mi negocio no lo veo a futuro”, confiesa con preocupaci­ón Andrés Martínez, propietari­o de una discoteca en la otrora concurrida carrera 8 en el sur de la ciudad. “Si me piden el lugar me tocará cerrar las puertas de Coronita RD, que duró cuatro años subiendo como la espuma y en una pandemia todo se fue al piso”.

Andrés Martínez siempre había querido tener su propio discobar. De sus experienci­as laborales como mesero y como administra­dor siempre se llevaba aptitudes para liderar su proyecto personal. Aunque sus ahorros no fueron lo suficiente para abrir el negocio por su cuenta, se vio en la necesidad de adquirir compromiso­s para cumplir su sueño. “Tengo muchas deudas, inmensas, desde antes de la pandemia. Era mesero y poco a poco hice el negocio con deudas adquiridas. Sin poder abrir no recibo ingresos y no puedo pagarlas”.

Coronita RD tenía ingresos semanales por unos $4 millones, de los cuales $3 millones se destinan al pago del arriendo del local. Al empezar a sentirse los vientos en contra por la COVID-19 los ingresos disminuyer­on a $1,5 millones aproximada­mente y una vez fue expedida la Resolución 453 que clausura temporalme­nte este tipo de establecim­ientos, las entradas cayeron en picada.

A pesar de estar cerrado desde hace tres meses los recibos de servicios públicos siguen llegando elevados. “En estos momentos tengo la energía eléctrica cortada porque no he podido pagarla. El agua llegó la última vez a $500 mil y aunque esté cerrado hay que pagar a un guardia para que vigile porque ya se han intentado meter para robar algo dos veces”.

Coronita RD empleaba a 14 colaborado­res entre vigilantes, DJ, bartenders y meseros. A todos ellos, según cuenta Martínez, se les cancelaron las primeras quincenas y un mercado de alimentos. “Traté de ayudar a mis trabajador­es en lo más posible, hasta donde más se pudo”, dijo.

LA DURA DECISIÓN DE CERRAR. Hace menos de un año Heidy Pérez y su esposo tomaron la decisión de trasladar su peluquería hasta el barrio San Felipe porque tenían la corazonada de que revertiría­n la tenue racha que registraba su negocio. Tuvieron razón. “No hubo un día desde que me mudé en el que me fuera en blanco hasta que llegó la pandemia”.

Una semana antes de declarar la cuarentena la peluquería Tsalach bajaba su estera. Luego de casi tres meses sin poder abrir, decidieron “hacer un esfuerzo inmenso” para aplicar el protocolo de biosegurid­ad que la administra­ción local le había aprobado. Pero luego de toda la energía “aún las cosas no se han dado”.

El flujo de clientes del salón de belleza ha disminuido considerab­lemente. “A muchas clientas se les cruza el horario de trabajo con el que laboramos. En estos días no se está trabajando para cumplir con lo dicho por la Alcaldía. La tranquilid­ad no tiene precio”.

Los registros en rojo desde hace más de tres meses llevaron a esta joven pareja a tomar la decisión de entregar el local y para ello están contemplan­do tres opciones: guardar el mobiliario y equipos y cuando se pueda volver a comenzar; vender los elementos uno por uno y vender el local a alguien que quiera mantener la peluquería.

“La más probable que ocurra es vender una a una las cosas porque si yo me pongo a guardarlas se van deterioran­do”, explicó con un tono acongojado Heidy Pérez. Ella y su esposo han invertido aproximada­mente $35 millones en su negocio.

“Le he puesto mi corazón a esto. El sueño de cualquier emprendedo­r es querer ver crecer al proyecto, ser grande. Si la decisión que tomaré es cerrar, no me voy a estancar. Seguiré con mis proyectos hacia adelante. Si es de cerrar lo haré orgullosam­ente feliz porque di todo de mí para sacar esto adelante”, dijo Heidy Pérez entre lágrimas.

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Julio Arroyo va todos los días a su hotel para realizarle mantenimie­nto.
 ?? ORLANDO AMADOR ?? Heidy Pérez y su esposo han invertido $35 millones en su peluquería que está al borde del cierre.
ORLANDO AMADOR Heidy Pérez y su esposo han invertido $35 millones en su peluquería que está al borde del cierre.

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