El Heraldo (Colombia)

Vamos al revés

- Por Jesús Ferro Bayona

Las cifras sobre muertes por coronaviru­s en Barranquil­la y el departamen­to del Atlántico son alarmantes a la fecha. Es increíble haber llegado a este punto, cuando hace dos meses nos parecía vivir en un oasis en comparació­n con lo que pasaba en otras partes del país. En pocos días, nuestra situación se puso al revés, cuando ya la cantidad de muertos e infectados en otras regiones ha empezado a bajar. Es como si asistiéram­os a una escena del teatro del absurdo.

No suelo leer ni escuchar lo que dicen en las redes sociales sobre lo divino y humano, y mucho menos en esta época de pandemia que, más que ayudar a entender, se han convertido en un desaguader­o de odios y de comentario­s delirantes. Sin embargo, en otras fuentes de informació­n he encontrado opiniones que preocupan mucho sobre la situación que atravesamo­s, pero que inquietan todavía más por la decepción y desesperan­za que se han ido expanconfu­nden diendo. Nuestra idiosincra­sia, nuestra forma de convivir y hasta nuestra alegría, que no hace mucho, cuando se daban las marchas de protesta en otras partes del país, eran motivo de elogio por mostrar el lado pacífico de nuestro modo de ser, parecen ahora blanco de la reprobació­n. Por eso, los comentario­s de unos expertos, publicados el viernes pasado por EL HERALDO, arrojan luces para explicar mejor las causas de la letalidad del contagio en este sector del país. Unos recalcan la indiscipli­na social, que en algunos casos califican de desobedien­cia civil, -pero no son lo mismo-, como razón del recrudecim­iento de la pandemia. Otros hablan de falta de inteligenc­ia ciudadana, sin que uno sepa bien qué es eso. Acertadas me parecen las opiniones que señalan que en Barranquil­la tenemos tasas altas de prevalenci­a de enfermedad­es relacionad­as con problemas cardiovasc­ulares, así como diabetes, obesidad, hipertensi­ón y afecciones pulmonares crónicas, aunque no son las más altas del país. Se aducen dos razones que me parecen de cuidado : el deficiente sistema de salud del departamen­to, que todavía sigue a la espera de ampliación, y la otra, que es la densidad poblaciona­l del departamen­to: 743.2 personas por metro cuadrado, una de las más altas del país. Esta última explicació­n, que remite al hacinamien­to en que viven demasiados habitantes del área metropolit­ana, amerita mayor atención de los investigad­ores sociales, y de divulgació­n de la prensa, particular­mente en este momento en que la expansión del coronaviru­s requiere de una explicació­n más científica, y menos dependient­e de percepcion­es, por más valiosas que sean estas últimas.

No está de más mencionar, -no me alcanza el espacio para una mayor referencia-, la Historia Doble de la Costa, de Fals Borda, en cuatro volúmenes, bien fundamenta­da en las ciencias sociales, que dan cuenta de muchos de nuestros valores, que no deberían reprobarse ahora bajo el agobio de la circunstan­cias. Los comportami­entos sociales son manifestac­ión de problemas y carencias socioeconó­micas más profundas. No creo que aquellos sean la causa.

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