Vamos al revés
Las cifras sobre muertes por coronavirus en Barranquilla y el departamento del Atlántico son alarmantes a la fecha. Es increíble haber llegado a este punto, cuando hace dos meses nos parecía vivir en un oasis en comparación con lo que pasaba en otras partes del país. En pocos días, nuestra situación se puso al revés, cuando ya la cantidad de muertos e infectados en otras regiones ha empezado a bajar. Es como si asistiéramos a una escena del teatro del absurdo.
No suelo leer ni escuchar lo que dicen en las redes sociales sobre lo divino y humano, y mucho menos en esta época de pandemia que, más que ayudar a entender, se han convertido en un desaguadero de odios y de comentarios delirantes. Sin embargo, en otras fuentes de información he encontrado opiniones que preocupan mucho sobre la situación que atravesamos, pero que inquietan todavía más por la decepción y desesperanza que se han ido expanconfunden diendo. Nuestra idiosincrasia, nuestra forma de convivir y hasta nuestra alegría, que no hace mucho, cuando se daban las marchas de protesta en otras partes del país, eran motivo de elogio por mostrar el lado pacífico de nuestro modo de ser, parecen ahora blanco de la reprobación. Por eso, los comentarios de unos expertos, publicados el viernes pasado por EL HERALDO, arrojan luces para explicar mejor las causas de la letalidad del contagio en este sector del país. Unos recalcan la indisciplina social, que en algunos casos califican de desobediencia civil, -pero no son lo mismo-, como razón del recrudecimiento de la pandemia. Otros hablan de falta de inteligencia ciudadana, sin que uno sepa bien qué es eso. Acertadas me parecen las opiniones que señalan que en Barranquilla tenemos tasas altas de prevalencia de enfermedades relacionadas con problemas cardiovasculares, así como diabetes, obesidad, hipertensión y afecciones pulmonares crónicas, aunque no son las más altas del país. Se aducen dos razones que me parecen de cuidado : el deficiente sistema de salud del departamento, que todavía sigue a la espera de ampliación, y la otra, que es la densidad poblacional del departamento: 743.2 personas por metro cuadrado, una de las más altas del país. Esta última explicación, que remite al hacinamiento en que viven demasiados habitantes del área metropolitana, amerita mayor atención de los investigadores sociales, y de divulgación de la prensa, particularmente en este momento en que la expansión del coronavirus requiere de una explicación más científica, y menos dependiente de percepciones, por más valiosas que sean estas últimas.
No está de más mencionar, -no me alcanza el espacio para una mayor referencia-, la Historia Doble de la Costa, de Fals Borda, en cuatro volúmenes, bien fundamentada en las ciencias sociales, que dan cuenta de muchos de nuestros valores, que no deberían reprobarse ahora bajo el agobio de la circunstancias. Los comportamientos sociales son manifestación de problemas y carencias socioeconómicas más profundas. No creo que aquellos sean la causa.