El Heraldo (Colombia)

Probable = Positivo

- Por Ricardo Plata

Veamos el proceso de manejo de la pandemia como un ducto. En el extremo inicial el reto es cómo contener el contagio; en el otro extremo el objeto es cómo atender al usuario final y contar con la capacidad hospitalar­ia (UCI) para acogerlo. Durante la primera fase de la pandemia la prioridad se concentra en esos extremos: control del contagio y robustecim­iento de la última estación. Sin aquél, esta se congestion­a, se deteriora la atención y se incrementa­n las muertes. Adicionalm­ente hay que identifica­r represamie­ntos en estaciones intermedia­s del proceso.

El ministro de Salud visibilizó uno de esos cuellos de botella cuando afirmó que se estaban utilizando ucis para casos que no las requerían. A pesar del disgusto de muchos, en varias ciudades del país hubo una reducción notoria en la ocupación. Luego en Bogotá y Barranquil­la se tuvo que declarar la alerta naranja. El principal efecto de esta es que el manejo de la asignación de UCI deja de estar a cargo de EPS e IPS y se le traslada al Centro Regulador de Urgencia y Emergencia­s (CRUE) adscrito a la Secretaría de Salud respectiva. Parecido a remplazar las colas en cada ventanilla de atención de un banco por una sola cola en la cual a quien va quedando de primero se le asigna la siguiente ventanilla libre. En este caso, el CRUE reemplaza la gestión de docenas de colas independie­ntes, que se generan entre cada pareja de convenios EPS-IPS, por una sola cola entre solicitant­es de UCI y UCI disponible­s en cualquier IPS, para una asignación más eficiente y un uso más intenso de la capacidad instalada.

Otro cuello de botella ocurre entre el momento en que se solicita un examen, se toma la muestra respectiva y se obtiene el resultado. Ello puede demorar dos semanas, lapso mayor que lo que se tarda el virus en afectar de manera grave a un paciente vulnerable por edad o preexisten­cias. En ese crítico período el sistema en la mayoría de las EPS no los reconoce, ni trata, ni les hace seguimient­o. Dados los obstáculos regulatori­os y logísticos para acortar de manera radical los tiempos de confirmaci­ón para iniciar la atención, resulta de vida o muerte tratar los casos probables como casos positivos.

En el caso de Barranquil­la, la criticidad de esta situación se manifiesta en la estadístic­a, por EPS, de los positivos confirmado­s mayores de 60 años que han fallecido. El promedio de letalidad de cinco entidades, Nueva EPS (la de más casos), Cajacopi, Mutual Ser, Salud Total y Coomeva, es el triple de la de Sura. Aunque haya diferencia­s de perfil en sus usuarios, algo pueden y deben hacer mejor, mucho mejor. La alcaldía acaba de montar un call center para localizar afiliados vulnerable­s, utilizando las bases de datos de las propias EPS, clasificar­los y remitirlos según su estado. Las EPS deben actuar con suma diligencia para minimizar las remisiones a UCI donde la probabilid­ad de salir con vida es el 50%. Lo que ayer era ineficienc­ia, mañana negligenci­a.

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