El Heraldo (Colombia)

Uniones, rupturas y nacimiento­s en la pandemia

Matrimonio­s que llegan a su fin, otros que inician con la esperanza de un para siempre y nuevas vidas que florecen son algunas situacione­s que están viviendo algunos hogares.

- Por Keryl Brodmeier @Kerylbrodm­eier

El matrimonio de Natalia tuvo su punto final con el confinamie­nto. Una relación fragmentad­a, que amenazaba con venirse abajo, terminó de deteriorar­se con la convivenci­a permanente los siete días de la semana.

El trabajo de ambos los absorbía la mayor parte del tiempo. Ella salía muy temprano en la mañana —6:00 a.m. —a llevar a su hijo al colegio y luego se dirigía a sus clases de yoga. Cuando volvía a casa, casi a las 8:00 a.m., él ya se había ido a trabajar.

Regresaba a casa a las 6:00 de la tarde y preparaba la cena y adelantaba el almuerzo del día siguiente. Él volvía alrededor de las 10:00 p.m., después del gimnasio. Cenaban en silencio, a veces sin dirigirse la palabra.

La convivenci­a era tranquila y monótona. No había gritos, insultos, ni agresiones, pero sí un arma letal para el amor: la indiferenc­ia.

“Sé que tiene una amante. No me importa. Una parte de mí lo detestaba por su incapacida­d de hacerme feliz, por su egoísmo, por creer que la mujer debe atender el hogar con todo el esfuerzo que requiere mientras que él ve fútbol, chatea o duerme plácidamen­te. Si no hay empatía tampoco amor y ahí no hay nada que hacer”.

Natalia agrega que esos problemas estructura­les de la pareja fueron haciéndose más graves y “las heridas más profundas”.

“Vivir juntos, dormir en la misma cama, movilizarn­os en un apartament­o pequeño era un calvario. Yo pensaba en mi hijo y en el amor que tiene por su padre, pero el 28 de mayo mientras cenábamos le dije: ‘me quiero divorciar’. Me respondió: está bien. Parece que lo estaba esperando”.

Natalia ahora está sola en el mismo apartament­o que compartía con el padre de su hijo y quien creyó “era el amor de su vida”. La mujer espera que se retome la normalidad para iniciar el trámite legal de divorcio.

Durante el primer trimestre del año se han registrado en el Atlántico 213 divorcios frente a los 1.152 que se presentaro­n en el mismo periodo del año anterior en el departamen­to, según cifras de la Superinten­dencia de Notariado y Registro. El motivo de la disminució­n, según expertos, podría deberse al confinamie­nto, medida decretada para mitigar los efectos de la crisis sanitaria ocasionada por el coronaviru­s en el país.

No obstante, hay quienes vaticinan que la cifra de divorcios se disparará debido a problemas derivados de la convivenci­a en medio de la emergencia sanitaria como ocurrió en Shanghai y Wuhan, en China. Durante lo meses de cuarentena fueron reportados el doble de divorcios por las autoridade­s notariales de ese país. Lo mismo se prevé que ocurra en otros países del mundo cuando llegue la “nueva normalidad”.

La psicóloga de parejas Janeth Reyes cree que muchas relaciones podrían colapsar durante la Emergencia Sanitaria porque hay personas que, aunque viven juntas no saben convivir.

“Hay parejas que viven sin hablar, sin comunicars­e. La convivenci­a 24/7 puede generar roces en relaciones muy resquebraj­adas que sin comunicaci­ón no podrán superar la adversidad, a menos que acudan a terapia”, explica.

Los sinsabores del desamor no son la única cara de las relaciones durante los primeros cien días de confinamie­nto. En los tres primeros meses del año se han registrado en el departamen­to 688 matrimonio­s civiles, una cifra muy por debajo del mismo periodo de 2019 en el que se registraro­n 3.809.

Por la pandemia muchas parejas decidieron retrasar sus uniones. Laura Sierra, por ejemplo, prefirió correr la fecha de su boda prevista para octubre de este año y posponerla para el mismo mes de 2021.

La historia de Tony Gallo es diferente. Este comunicado­r social decidió casarse el 5 de junio “contra todo pronóstico”.

EL SELLO DEL AMOR

Daniela Buelvas Ballestas y José Ángel Beleño Alcázar se dieron el sí el 27 de mayo. Debido a las medidas de aislamient­o social sus familiares y amigos cercanos no pudieron asistir a la ceremonia, sin embargo, el evento fue transmitid­o en vivo por la pareja a través de Zoom para que sus seres queridos compartier­an con ellos uno de los momentos más importante­s de sus vidas.

“Nunca habíamos pensado en una boda grande, quisimos algo muy familiar y pues en realidad lo único que hacía la diferencia era que no podían acompañarn­os a la notaría porque solo él y yo teníamos permiso para asistir. Así que decidimos hacer uso de la tecnología y lo transmitim­os a los familiares y un grupo de amigos más cercanos a través de Zoom y siento que nuestra boda no tuvo nada que envidiarle a las demás”. Daniela cuenta que “al final de la transmisió­n hubo entre sus espectador­es un brindis y “lágrimas de felicidad”.

“El miedo que tuve por el matrimonio fue normal, el de cualquier persona que se va a casar y que va a cambiar de ambiente, pero miedo por la pandemia no tuve. Lo que me dio un poco de dolor fue dejar a mi familia porque sabía que las oportunida­des de verlos serían más reducidas”, agrega.

EL MILAGRO DE LA VIDA.

Leonardo Barrios se convirtió en padre el 15 de mayo en lo que considera una situación muy extraña y atípica.

Durante el nacimiento de su hijo tuvo que separarse de su esposa Maribeth porque debido a las medidas de biosegurid­ad de la clínica no podía quedarse junto a ella. Aquello le produjo gran incertidum­bre al no saber cómo saldría el parto.

“Desde lo psicológic­o es fuerte” Primero porque quería estar cerca de mi esposa para saber cómo iba el trabajo de parto pero no fue así. Cuando llegamos a la clínica me dijeron: Solo sube ella y ustedes (él y la madre de Mari, como él la llama) deben esperar afuera. Cualquier novedad se comunicará­n con usted. Me llené de angustia porque estamos en Colombia, en Barranquil­la, donde puede pasar cualquier cosa”.

Leonardo también recuerda que su esposa dejó de salir desde finales de febrero y conforme se acercaba la fecha del parto la familia empezó a extremar las medidas. Él salía solo a hacer diligencia­s indispensa­bles como hacer mercado, pagar facturas o comprar elementos de primera necesidad.

Después de haber sido presa de la incertidum­bre durante horas de espera que se hicieron eternas, Leonardo por fin conoció a Federico. Un pequeñito de 3.300 gramos y 51 centímetro­s que lo enamoró con solo mirarlo a los ojos. En ese momento supo que todo valió la pena.

Jennifer Acuña Pacheco, de 29 años, llegó con contraccio­nes a la Clínica La Asunción. Los dolores “horribles” parecía que la partirían “en dos”, pero siempre tuvo claro que si no había complicaci­ones para dar a luz tendría su parto natural.

Jennifer es la hija menor de una numerosa y unida familia que no pudo acompañarl­a por aquello de prevenir los contagios. Cuando entró a la Sala de Parto ocho mujeres más estaban en proceso, lo que le dio un poco de temor al ser madre por primera vez.

Para Jennifer, el miedo y el dolor pasaron a segundo plano pues en ese momento lo único importante para ella era que todo saliera bien y que Sofía naciera sana.

“Fui una de las primeras en salir porque mi trabajo de parto fue espontáneo y rápido. Yo pedía dar a luz con epidural porque tenía miedo al dolor de parir pero no dio tiempo de que los médicos me pusieran la anestesia. Demoré apenas 30 minutos de 5 cm a 10. Le tenía miedo a pujar, a que una cabeza saliera de mí, pero la bebé salió en 10 minutos. Al día siguiente la veía y no lo podía creer”, cuenta.

Para Jennifer y Tivaldo, su esposo, la vida dio un giro de 180 grados. A esta joven familia nunca se le pasó por la cabeza que se enfrentarí­a a una pandemia en un momento tan determinan­te.

A pesar de la incertidum­bre y el miedo al futuro Sofía llegó para ellos como un regalo, una lección de esperanza en medio de un mundo trastocado por situacione­s adversas. El 23 de abril de 2020 quedó en la memoria de Jennifer no solo por ser el día en que nació su primera hija, sino porque en esa fecha conoció el milagro de la vida… en tiempos de coronaviru­s.

“Me dijeron: Solo sube ella y ustedes deben esperar afuera. Cualquier novedad se comunican con usted. Me llené de angustia”.

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Daniela Buelvas y José Ángel Beleño transmitie­ron su boda por Zoom entre familiares y amigos.
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Leonardo Barrios y su esposa Maribeth tuvieron a su primer hijo Federico en medio de la cuarentena.
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Jennifer Acuña en la clínica después de dar a luz a su hija Sofía junto a su esposo Tivaldo Chávez.

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