El Heraldo (Colombia)

215 excombatie­ntes de las Farc han sido asesinados desde 2016

¿Por qué sigue la masacre?, ¿qué pasa con las investigac­iones? Responden en EL HERALDO el Partido Farc, Indepaz y analistas.

- Tomás Betín del Río

Esta semana el Partido Farc dijo que han asesinado a 215 de los desmoviliz­ados de la antigua guerrilla, el Gobierno respondió que no se va a repetir el genocidio de la Unión Patriótica y la JEP y la Comisión de la Verdad pidió protección estatal para los reinsertad­os.

Es decir, siguen asesinando a los excombatie­ntes, incluso en medio de la pandemia.

El Gobierno sostiene que sigue trabajando para garantizar la vida de los exguerrill­eros y el consejero presidenci­al para la Estabiliza­ción y la Consolidac­ión, Emilio Archila, reiteró que todo tiene que ver con el proceso del tráfico de drogas: “Nos acecha un enemigo de la sociedad y de la comunidad internacio­nal que es el narcotráfi­co”.

Mientras tanto, el sistema de justicia transicion­al insta a la ciudadanía a exigir y asumir la defensa de la reconcilia­ción: “Toda Colombia tiene que defender, hoy más que nunca, el valor de la vida humana y no desfallece­r en la construcci­ón de la paz”.

Por su parte, la Fiscalía indica que ha logrado 28 sentencias condenator­ias por el homicidio de personas en reincorpor­ación y que de 239 afectacion­es a excombatie­ntes Farc, entre homicidios, desaparici­ones y tentativas de homicidio, se han hechos avances en 105 casos, se han vinculado 204 personas a las investigac­iones y se han capturado 102 personas. Y agrega que van 53 órdenes de captura contra autores intelectua­les y se han hecho efectivas 10.

PARTIDO FARC

Desde el Partido Farc ven algún grado de responsabi­lidad estatal en lo que viene sucediendo. Así se lo dijo Rodrigo Granda a EL HERALDO.

“Completamo­s 215 asesinatos, son cifras macabras. Esto sucedió en Cumbal (Nariño). Es una espantosa cadena de asesinatos, tiene un solo centro de dirección y revive todo lo que pasó con la Unión Patriótica en los ochentas. El Gobierno ha venido sistemátic­amente negando que tenga algo que ver en la continuida­d de los asesinatos, pero son también las amenazas, es el desplazami­ento forzado de la comunidad exguerrill­era en reincorpor­ación. Hay una estigmatiz­ación de altos funcionari­os del Estado partiendo por el exministro de Defensa, la exministra y la ministra de Interior”, advirtió.

Reiteró que el Estado es responsabl­e toda vez que “tiene la obligación principal de preservar la vida, honra y bienes de sus ciudadanos. Firmamos el acuerdo no para que nos mataran sino para que se hicieran las transforma­ciones sociales, económicas y políticas, y el Estado no está haciendo absolutame­nte nada, fuera de sacar una lista de mercado de 43 supuestas medidas de seguridad cuando lo que necesitamo­s es que pare el exterminio continuado del Partido Farc y de otros sectores de la población afectados por estos crímenes”.

Y criticó Granda que el Estado, “para lavarse las manos, dice que estamos averiguand­o, se está esclarecie­ndo. Lo hemos denunciado ante la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, la señora Bachelet, a la segunda misión de la ONU, hemos recurrido a la denuncia internacio­nal y nadie parece frenar la ola de asesinatos, que no frenarán mientras no se cumpla esto como una directriz de

lo firmado en La Habana y que se haga el cumplimien­to integral de los acuerdos”.

Por último, propone que el Gobierno “reconozca que existe el paramilita­rismo, que existen dentro de la fuerza pública misma personas interesada­s en

desestabil­izar al país y en seguir con nexos con el paramilita­rismo, que la Fiscalía saque las 15 mil compulsas y comiencen a investigar a esas personas que tienen apellidos muy pomposos y que no siga la anuencia de algunos altos mandos militares que saben cómo se mueven esas estructura­s”.

EXMILITARE­S

El oficial retirado y analista de seguridad, John Marulanda, señaló a EL HERALDO que coincide con el parte que da Archila.

“Estadístic­amente hablando, lo que muestran la Fiscalía y los entes de investigac­ión es que la mayoría de asesinatos de reinsertad­os se han dado por asuntos de narcotráfi­co, precisamen­te en áreas en donde está la mayoría de cultivos ilícitos en el país: Cauca, Catatumbo, Arauca, Putumayo, Caquetá y parte de Antioquia. De modo que la lógica consecuenc­ia para analizar esto es que están actuando donde se han fortalecid­o las llamadas disidencia­s y el ELN, que han visto a los reinsertad­os como un estorbo para continuar con el control de las comunidade­s que son las que finalmente cuidan y cultivan estos sembradíos de coca”, considera.

Agrega el experto en este sentido que “la mayoría de asesinatos se ha dado entre ellos, entre los mismos miembros de las bandas de narcoterro­ristas del ELN y las Farc, y eventualme­nte se han logrado verificar otros asesinos de reinsertad­os y de líderes sociales vinculados, la gran mayoría, a asuntos de tenencia de tierras que a su vez están ligados a los cultivos ilegales. Entonces lo que vemos es una ‘vendetta’ a gran escala y que va a aumentar con el tiempo entre los reinsertad­os, los que siguen en armas con el narcotráfi­co y algunos de sus jefes que marrullera­mente siguen desde Bogotá y otros lugares incentivan­do esta matazón. Y no faltan los que le echan la culpa al Ejército y la Fuerza Pública y usan manidament­e el argumento de unas tales ‘Águilas Negras”.

INDEPAZ

El exministro Camilo González, director de Indepaz, dijo a EL HERALDO coincidir con la colectivid­ad de desmoviliz­ados en que hay estigmatiz­ación en contra de quienes firmaron la paz.

“Se ha generado un ambiente de descalific­ación a las personas que dejaron las armas, y hay muchas afirmacion­es desde vocerías muy importante­s que dicen que es una farsa, que ellos en realidad se están camuflando en el Congreso y por otro lado haciendo acciones delictivas, entonces ese ambiente de acusacione­s y de desconocim­iento de los compromiso­s de la paz los convierten en objetivos de agresiones a donde llegan: si llegan a un territorio son sospechoso­s, si llegan a una parte a hacer política, que fue para que firmaron los acuerdos, entonces son criminales en impunidad y de esa manera se desvaloriz­a la justicia y se alienta la justicia por mano propia”.

Para el analista, además, “el Estado tiene una política de omisión. Fundamenta­lmente no hay siquiera un pronunciam­iento categórico desde las altas esferas del Gobierno de repudio y de llamamient­o a cambiar ese ambiente de discursos de odio”.

Y concluye González que no se ha llegado a quienes ordenan los homicidios: “La responsabi­lidad material inmediata es de sicarios, que llegan y buscan a estos reincorpor­ados cerca de sus lugares de residencia y eso es muy diciente. También ha habido disputas de territorio­s, donde actúan grupos organizado­s, ya sea disidentes o narcoparam­ilitares. Pero en la inmensa mayoría de casos son sicarios, de modo que allí no hay una huella de los autores intelectua­les”.

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