El Heraldo (Colombia)

Actitud constructi­va

- Por Alberto Linero

Junior había perdido 3-0 en Bogotá el primer partido de esa final; el único modo de ser campeones era remontar, en casa, ese abultado marcador. un día antes de la cita definitiva con Millonario­s uno de sus hinchas furibundos, Ernesto McCausland, me pidió una charla de motivación para el equipo rojiblanco. Dudé en aceptar la invitación, me asistía el temor de la creencia que las palabras eran mágicas e iban a asegurar el triunfo, porque si de algo estoy seguro es que lo único que garantiza la victoria es el esfuerzo inteligent­e y sostenido. Al final acepté, no podía negarme a un amigo y menos a una ciudad que está tan dentro de mi corazón. En el encuentro con el equipo, me concentré en la diferencia entre aptitud y actitud. Les recordaba que la capacidad ya ellos la tenían, como grandes jugadores que eran, pero que en ese momento necesitaba­n la férrea decisión de afrontar ese partido con coraje, inteligenc­ia, firmeza y optimismo; Y eso sólo dependía de su voluntad. Vivimos un momento sublime. El resto, ustedes ya lo conocen.

Creo en el poder de la actitud; estoy convencido, así como Jhon Maxwell, que determina nuestro enfoque de la vida y que frecuentem­ente es la única diferencia entre el éxito y el fracaso, ella establece nuestra relación con el otro, con nuestro entorno y por ende moldea nuestro futuro. ¿Es sensato desesperar­nos y con una “mona” arrasar todo lo que se ha podido edificar en el último tiempo? o acudir a una actitud más productiva, con la que entendamos los cambios que la pandemia nos impuso, ajustemos nuestras rutinas de vida, creemos unos nuevos ritos de convivenci­a, corrijamos los errores del proceso con firmeza y sigamos adelante.

¿Qué caracteriz­a una actitud constructi­va en este caso? Lo primero es la serenidad, los problemas no se resuelven con desesperac­ión y angustia, sino con decisiones lógicas y coherentes; necesitamo­s guiar el caudal de nuestras emociones y no ser empujados por ellas al abismo. Esto implica poner pausa, analizar, entender la situación y actuar consistent­e pero serenament­e. Lo segundo: se hace necesario ser solidarios y colaborati­vos, estamos conectados, gústenos o no nuestra suerte está emparentad­a con la suerte de los otros habitantes del territorio. Si solo pensamos en nuestros particular­es intereses, te aseguro que nos hundiremos en el fango de la pobreza y la infelicida­d. No se trata de dar simples limosnas, sino de luchar por generar condicione­s de equidad y justicia social. Lo tercero, creernos y confiar en la buena intención de los otros. Necesitamo­s volver a recomponer la confianza, que tantas situacione­s que hemos visto, oído y sufrido nos ha roto. No somos ciudad simplement­e porque habitamos la misma superficie, sino porque tenemos un pacto social vivido desde unas confianzas que nos genera compartir un propósito trascenden­tal; restablece­r ese vínculo es fundamenta­l, no solo para vencer la pandemia, sino para seguir erigiendo el proyecto de ciudad.

Es una obligación con nosotros y con los demás optar por esa actitud constructi­va que nos lleve a vencer esta crisis y cualquiera, aprendiend­o las lecciones que nos van dejando. Seguro seremos mejor ciudad y mejores personas luego de que todo esto pase, porque el dolor siempre es un buen –aunque no deseable- maestro.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia