El Heraldo (Colombia)

Tres niños en Galapa

- Por Tatiana Dangond @tatidangon­d

Uno de los grandes retos que enfrenta Colombia será desarrolla­r un plan para combatir la inequidad social que se generará por las dificultad­es de acceso a la educación en medio del COVID-19. Leonor y Alberto viven en Galapa, Atlántico, tienen tres hijos y un sólo computador. Cuando se anunciaron las medidas de cierre de su colegio, sus hijos tenían que turnarse para asistir a las clases virtuales y muchas veces se tuvieron que conectar desde los celulares para no atrasarse. Leonor y Alberto no son bachillere­s, son personas que se dedican a trabajar en el campo y tienen que apoyar a sus hijos con tareas que antes resolvían con sus profesores.

María Fernanda y Joaquín viven en Bogotá, tienen una hija llamada Patricia, quien desde sus 5 años tiene un computador personal. En la casa de María Fernanda y Joaquín, ambos economista­s, hay un estudio donde Patricia estudia y puede consultar publicacio­nes en absoluto silencio. En Galapa los profesores del colegio público en el que estudian los hijos de Alberto y Leonor, no tenían todos acceso a un computador o a internet, por lo que muchas clases se tuvieron que suspender mientras se buscaba una solución. En Bogotá, el colegio de Patricia, antes de que anunciaran las medidas de cierre ya tenía un protocolo para estudiar a distancia que había sido probado y socializad­o antes de la pandemia.

Las becas para educación superior en Colombia están en su mayoría ligadas a los resultados de las pruebas Saber Pro, con lo cual las oportunida­des de acceder a la educación superior se reducen sustancial­mente cuando los estudiante­s se atrasan en materias o no pueden acceder a las clases. Los tres niños en Galapa están en un contexto educativo donde las oportunida­des que tienen para ser competitiv­os y recibir un mejor ingreso que sus padres, son mucho más bajas que las de Patricia en Bogotá.

Este tema tiene un impacto directo sobre las posibilida­des de desarrollo que tienen las regiones en Colombia, cuyo crecimient­o económico, cultural y social está estrechame­nte ligado al capital humano y a la educación. Con las altas tasas de desempleo y los problemas derivados de la informalid­ad, se ha despertado un interés en tomar medidas a mediano y largo plazo que reduzca la informalid­ad laboral en Colombia. Entre estas medidas, la primera deberá ser la educación y un plan de contingenc­ia articulado desde el Ministerio de Educación y los entes territoria­les para nivelar a los estudiante­s que por razones económicas y sociales no puedan acceder durante a la pandemia a una educación de calidad. Si Colombia le apuesta a reducir la informalid­ad, generar empleo y desarrollo en las regiones, el acceso a la educación será verdaderam­ente universal.

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