La otra cara de las clases virtuales
Iveth Sarmiento dice que su esposo, Tony Núñez, es su “MacGyver" y el de sus hijas”, Laura, Lorena y María Fernanda. Tienen más de 40 años de casados. Seguramente este no es el único temporal que les ha tocado capotear.
Por estos días él se dedica a la jardinería y tiene organizadas en materas las plantas que embellecen el balcón de su apartamento en Puerto Colombia, donde todos los días contemplan el mar. El economista dice que la dedicación al jardín lo ayuda a despejar la mente. Al igual que Santander Solano, tiene una huerta más pequeña con frutas como mangos y piñas.
Por su parte, Iveth es maestra de un colegio oficial de la ciudad y reconoce que el nuevo método de educación virtual le ha consumido todo su tiempo desde el principio de la cuarentena. Es ahí donde Tony se encarga de que ella no tenga que preocuparse por nada de la casa, mientras se dedica a sus labores que, según señala, son jornadas de entre 12 y 15 horas, que empiezan a las 5:00 de la mañana.
La licenciada en Biología y Química confiesa que la dificultad más grande que enfrentan sus estudiantes es la conectividad. “Durante todo este tiempo, de 30 estudiantes solo se conectaron cinco o seis y luego me tocaba llamar a sus casas (...) Uno de los grandes problemas, aún hoy, es que ellas no cuentan con dispositivos ni un servicio de internet de calidad para cumplir con los deberes”.
Para facilitar un poco las cosas, la profesora decidió crear un método de enseñanza por WhatsApp. “Es más práctico y nos ha servido muchísimo (…) se establecieron reglas de comportamiento y a su vez se extendieron los tiempos de entrega de los talleres y actividades para que fuera más fácil y todas las niñas pudieran cumplir”. Los debates por notas de voz también tienen espacio en este grupo de WhatsApp y así se les ayuda a que se sientan acompañadas a pesar de la distancia, puesto que varias niñas le han manifestado su inconformidad ante la imposibilidad de regresar a las aulas de clase. “Muchas de ellas tienen unas situaciones en los hogares que son muy difíciles e ir al colegio es un escape”.