Estamos fatigados, no exhaustos
Estamos cansados, dramáticamente fatigados. El encierro empieza a pasarnos factura. Quienes nos encuarentenamos hacia el 15 de marzo, vamos ya para varios meses sin tener contacto social, más allá de las personas con las que convivimos. No lo niego, los barranquilleros, o mejor dicho lo atlanticenses, tenemos todo el derecho a estar aturdidos, angustiados y cansados ante los retos que nos ha presentado la tan mentada “nueva normalidad”.
Quienes hayan sido deportistas, o lo sean, sabrán que uno llega a las instancias finales ya “sin piernas”; es decir, el cuerpo esta cansado y uno se siente pulverizado, pero aún sabe que le queda un pedazo por conquistar y que la victoria depende de apretar en el momento más difícil. De allí que desde niño se aprende a diferenciar entre el mero cansancio -el cual por supuesto genera fastidio y mella emocional- , del agotamiento crónico.
Utilizo este referente, pues es el más próximo para mi y el que me permite explicar, sin usar lenguaje de la ciencia política, lo que estoy sintiendo en este momento. Y lo que supongo están experimentando muchas personas que no conozco, pero que al igual que yo, llevan ya más de 120 días enclaustrados. Todos, sin importar nuestras realidades, hemos sido golpeados emocional y económicamente por esta pandemia. Pero ojo, el coronavirus aún no nos noquea, no a los que seguimos con vida.
Desde mi ideología libertaria, creo en un Estado reducido a su mínimo.
A lo estrictamente necesario. Estoy convencida también de que una burocracia efectiva y diligente es requerida, mientras los gobiernos de turno sepan dirigirla. Dichas presuposiciones implícitamente también sugieren que creo que en las ciudades, son más importantes los comportamientos del ciudadano que incluso las ordenes institucionales de los entes territoriales. Noguera y Pumarejo, ¿qué más pueden hacer por nosotros?; ya en este momento. No hablo del pasado. De las decisiones que se tomaron o se dejaron de impartir. La manera en la que actuamos los ciudadanos depende de nosotros. Ellos que continúen con sus equipos capoteando este barco, pero nosotros que somos los tripulantes, debemos -quienes podemoshacer un esfuerzo extra. Sí, en este momento en el que estamos aburridos del encierro y con la cabeza agobiada por la incertidumbre que el futuro nos produce.
“Estas dos semanas son cruciales”, lo venimos escuchando desde Marzo. Así que no será lo que les diré, porque posiblemente no vengan 15 días decisivos sino muchos más. Eventualmente aprenderemos a convivir mejor con este panorama, pero mientras tanto, seamos más ciudadanos que nunca. Entendamos, que a pesar de estar cansados, no estamos exhaustos. Aún nos queda oxígeno para dar lo mejor de nosotros como actores centrales de la sociedad. ¿Estoy sugiriendo que nos reduzcamos a espectadores?, la respuesta es: No. Pido que seamos protagonistas, que como dueños de nuestra ciudad y departamento, lo cuidemos. ¿Cómo? Siendo prudentes en nuestro pico de cansancio. ¿Por qué? Porque el virus no va al ritmo de nosotros, va al son que quiere.