El Heraldo (Colombia)

“Tío, no me dejes morir”: palabras de víctima de explosión

Jhoiner Pacheco falleció ayer en Barranquil­la.

- Por Luis Rodríguez Soto

Jhoiner Pacheco Viloria fue una de las personas que quedó tendida en el suelo, cerca de la orilla de la Ciénaga Grande de Santa Marta, luego de la explosión de un camión cisterna cargado con 5.600 galones de gasolina en la Troncal del Caribe. La piel, según la versión de sus familiares, le colgaba de sus extremidad­es en dos tonos de color (marrón y blanco), sus labios lucían totalmente quemados y lo que eran las prendas de vestir que usaba ese día ahora estaban convertida­s en prácticame­nte polvo.

Pero – a pesar de la dramática situación que estaba viviendo – el joven, de 21 años, estaba consciente y afanoso por buscar ayuda y aferrarse a la vida.

Como pudo, con ayuda de las primeras personas que se acercaron, se subió a un camión con otro grupo de personas que lucían idénticos a él y que, en algunos casos, debido a la gravedad de las quemaduras crujían de dolor ante el mínimo contacto.

Jhoiner, que estaba pescando al momento del volcamient­o y explosión del vehículo, fue trasladado al hospital de Ciénaga, un de salud donde los diferentes cuerpos médicos y curiosos que estaban en el lugar se quedaron perplejos por la crudeza de las imágenes. Luego, minutos antes de ser trasladado a Barranquil­la, el joven magdalenen­se le imploró a su tío que no lo dejara morir.

“Él estaba pescando y cuando el camión se volcó arrimó la canoa cerca de la orilla. Esa caída hizo que el tanque de gasolina se destapara. La gasolina le alcanzó a llegar donde él estaba. Él estaba diciéndole­s a sus tíos que se saliecentr­o ran de ahí junto a su papá, que alcanzó a hacer caso. Cuando nosotros llegamos él estaba tirado y la piel se le caía. Me decía que no lo dejara morir. Era algo horrible”, cuenta su tío, José Domínguez.

En esos momentos, cuando reinaba la confusión y el drama en Puebloviej­o, la señora Verónica Viloria, madre del joven, salió despavorid­a de su casa, junto con casi todos los habitantes del sector, al lugar de la tragedia. No tenía idea de que su hijo había sido impactado por los coletazos de la bola de fuego, pero luego de unos minutos eternos para ubicarlos, pudo hablar con él y manifestar­le palabras de apoyo y amor.

“Él se quemó todo. Sus heridas eran muy graves. Yo nunca pensé que mi hijo iba a estar ahí. Yo solo corrí porque todo el mundo estaba corriendo. Luego alcancé a hablar con él en la ambulancia y me decía que me abrazaba, pero yo no lo podía abrazar a mi hijo. Me decía que no aguantaba el dolor”, contó visiblemen­te afectada por la situación la señora Verónica.

Debido a la gravedad de sus quemaduras, Jhoiner fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos de la Clínica General del Norte, donde sufrió un paro cardiaco que le terminó apagando su vida en el momento que le trataban sus heridas.

“Él era cristiano, muy evangélico y si esto pasó fue por algo. Dios tiene un plan. Para mí es esto algo en donde Dios pone a prueba a todos. Estas son pruebas para que la gente se corrija y no salga a la calle. Tasajera tiene esto, que no puede vararse un camión porque la gente mala y viciosa sale enseguida a robarse las cosas. Este es mi pueblo, pero uno tiene que decir las cosas como son”, concluyó ayer su tío, quien solicitó ayuda económica para devolverse a su tierra.

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CORTESÍA Y HANSEL VáSQUEZ Momentos antes de la explosión, decenas de personas intentaban extraer gasolina del camión volcado.
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Jhoiner Pacheco
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Verónica Viloria

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