A trabajadores de la salud
En esta época de pandemia se ha producido un incremento de las amenazas y agresiones hacia el personal sanitario, sin precedentes. Las noticias de las últimas semanas en gran número de ellas se refieren sobre esta temática.
Desde luego que la amenaza y la agresión han sido descritas como «inevitables fenómenos que le puede ocurrir en cualquier lugar de estas instituciones a cualquier personal sanitario». Y en nuestro medio son un fenómeno relativamente frecuente, siendo en los servicios de urgencias los lugares donde se dan con más frecuencia, y la mayoría de los incidentes han consistido en insultos verbales y las agresiones físicas más frecuentes son las agarradas y empujones, pero en los momentos actuales se han hecho muy frecuentes los puñetazos y las patadas.
Las razones para este aumento son múltiples (por limitaciones de espacio las trataremos posteriormente), y en nuestro medio los ciudadanos entre cuyos rasgos caracterológicos más significativos destaca cierto perfil de agresividad están las personas psíquicamente alteradas por problemas de salud mental o por adicciones a drogas, y en ellos, la forma de producirse la agresión es aparentemente inmotivada, por lo que siempre estamos precavidos frente a ellos, para evitar que tenga consecuencias. Los sanos son mucho más peligrosos que los enfermos mentales, la respuesta agresiva si no se espera, siendo la agresividad de los enfermos mentales insignificante en comparación con la de los mentalmente sanos, y entre ellos están por un lado,
“Ciudadanos poco receptivos a las explicaciones y/o simuladores, con actitudes que persiguen un beneficio personal fraudulento a través de la asistencia sanitaria (recetas, bajas laborales, remisión a un especialista, solicitud de un análisis o prueba de diagnóstico, certificados o informes médicos de interés personal, etc.)” y por otro los “Ciudadanos frustrados, cuyas expectativas en torno a la atención que el sistema sanitario puede brindarles son superiores o distintas a las que este puede ofrecerle en un determinado momento y reaccionan con conductas agresivas ante la no satisfacción”. A esta última caracterización en esta época de pandemia se le ha agregado las falsas noticias o ‘fake news' que circulan en las redes sociales contra los trabajadores de la salud, señalándolos como responsables de fallecimientos de pacientes o de ser agentes propagadores del virus, que han servido de caldo de cultivo para que se aumenten y se produzcan estas agresiones.
Gran parte de la agresividad en los centros asistenciales es originada o está motivada más que por los errores asistenciales, es por los trámites administrativos o complicaciones burocráticas que frustran al paciente o a sus acompañantes, y de los que no siempre es responsable el personal sanitario.
Hay que buscar el antídoto o la receta milagrosa que cure esa agonía e incertidumbre que ha hecho carrera en esta pandemia, en donde los pacientes creen que corren el riesgo de que la cura sea peor que la enfermedad y terminan agravándose o muriendo por las complicaciones producidas por el tratamiento médico y no por el malestar que inicialmente padece por el coronavirus.
Tenemos que poner presente que los médicos luchamos por el bienestar de los pacientes, sin distingos de raza, de estatus económico, género, o situaciones de riesgo. Para los médicos, el tiempo no tiene límites, las religiones, los conflictos, y las discriminaciones políticas y sociales no existen cuando se trata de salvar una vida.
Agustín Guerrero Salcedo