‘Honores’ que nos deshonran
Las inmensas riquezas de Colombia, su variedad geográfica, su biodiversidad y la exuberancia de sus recursos naturales, al igual que la capacidad de trabajo, creatividad, alegría y calidez de su gente, contrastan con las problemáticas estructurales, de vieja data, que laceran nuestra sociedad. Pese a que están sobrediagnosticadas y reconocer la necesidad de superarlas, siguen persistiendo, y continuamos en esa convivencia perversa con la violencia, la pobreza, la injusticia, la inequidad, entre otros males que nos agobian.
Cuando se traslada al extranjero, el colombiano se llena de orgullo al expresar que nació en el mismo país del Nobel Gabriel García Márquez, de los talentosos artistas Shakira y Carlos Vives, de las estrellas del deporte, de destacados científicos, así como de nuestra bebida emblemática, el café, pero desafortunadamente nuestra Nación también arrastra unos ‘honores’ que nos deshonran y deterioran nuestra imagen ante el mundo.
El Pocket World in Figures 2020, compendio que cada año presenta la revista The Economist con los principales indicadores de todos los países, nos muestra esa realidad paradójica y dispar de nuestro país, tristemente marcado por estigmas.
Entre los 194 países reconocidos en el mundo, nuestro país ocupa la posición 39 en tamaño de economía, de acuerdo con su PIB; tiene el tercer lugar en producción de café, es el octavo en producción de carbón y en eficiencia energética y el 18 en cuanto a personas con nuevos emprendimientos empresariales. Mientras tanto, es el décimo entre los más desiguales, ocupa la casilla 15 en cuanto a déficit de cuenta corriente y el puesto 20 entre los países donde la población trabaja más horas a la semana.
Así mismo, según este ranquin, Colombia es la número 12 en homicidios y la novena en robos por cada 100.000 habitantes; es la segunda nación en cantidad de población desplazada por el conflicto armado y la 19 en gasto de defensa.
En cuanto a nuestra biodiversidad y riqueza de pisos térmicos somos el primero en lluvias, pero, paradójica mente, somos el país número tres con más especies de aves amenazadas, el 15 con más especies de plantas amenazadas, el 10 con más especies de mamíferos amenazadas y el número 46 en emisiones de dióxido de carbono.
Otros ránquines también deshonrosos nos ubican como el tercer país del mundo con la tasa más alta de homicidios de niños y adolescentes, según la ONG Save The Children (2017); también está catalogado como el país más letal en América para los defensores de los derechos humanos, de acuerdo con Amnistía Internacional (2019); el quinto con más muertes con arma de fuego (periodo 1990-2016) y el mayor productor de cocaína en el mundo, como lo analizó la ONU (2018).
Estos desdoros no pueden continuar siendo la herencia que dejemos a las nuevas generaciones. Es necesario superarlos definitivamente, erradicando en nuestra sociedad la corrupción, la inequidad, la pobreza, el desempleo, entre otros. Estamos obligados a actuar con firmeza por el bien de nuestros hijos y nietos.