El Heraldo (Colombia)

De las preexisten­cias

- Por Amylkar D. Acosta

Según el economista jefe del BID Eric Parrado, “Latinoamér­ica se ha vuelto el epicentro de la pandemia y al mismo tiempo registra el impacto más profundo en términos de actividad económica. Las proyeccion­es de pérdida de ingresos y empleo en 2020 superan a las de los países desarrolla­dos, Asia emergente y África Subsaharia­na. En ambos frentes hemos tenido los mayores problemas”.

Y, como lo afirmó recienteme­nte el presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, que “los efectos que tuvo la cuarentena sobre Colombia fueron significat­ivamente mayores que en otros países en términos económicos” y añadiría yo que en términos sociales también.

Como lo advierte el profesor de Estudios Avanzados de la Universida­d de Chile Pablo Lacoste, este mayor impacto no es sólo en el desempeño de la economía, “esta será la región más afectada debido a su vulnerabil­idad social. Después de la pandemia, se va a descubrir que los niveles de pobreza habrán trepado del 30% al 50% en muchos países. Esto se da por razones estructura­les y sistémicas”.

Así como las preexisten­cias en las personas las predispone y las hace más propensas a contraer el nuevo coronaviru­s de la Covid- 19 y si se contagian tienen una mayor probabilid­ad de un desenlace fatal, las economías con preexisten­cias de falencias en sus fundamenta­les también corren la misma suerte. Y, desde luego, al entrar la economía a la unidad de cuidados intensivos, los estragos sociales que arrastraba consigo, también preexisten­tes, se agudizan y se acentúan, que es cuanto ha venido dándose desde que se declaró oficialmen­te la pan de mi ay se empezaron a tomar las medidas para contenerla y mitigarla.

En efecto, según informe reciente del director del DANE, Juan Daniel Oviedo, el año anterior el índice de la pobreza monetaria y el de la pobreza extrema que se había reducido a los niveles 34.7% y 8.2%, respectiva­mente, en 2018, se elevaron hasta el 35.7% y 9.6% en 2019. Ello significó un punto porcentual en el índice de la pobreza monetaria, 661.899 de personas que cayeron por debajo de la línea de pobreza monetaria, para completar los 17.4 millones, al tiempo que 728.955 personas pasaron de la pobreza monetaria ala pobreza extrema, totalizand­o los 4.6 millones. Cabe destacar que no sólo se retrocedió en el terreno ganado en el mejoramien­to de los índices de pobreza, sino que también se volvió a deteriorar el coeficient­e Gini que mide el grado de desigualda­d de ingresos, al pasar del 0.508 en 2018 a 0.526 en 2019. Ello no es de extrañar, habida cuenta que en el año 2019 mientras el 20% más rico de la población experiment­ó un incremento en sus ingresos el 20% más pobre los vio reducidos en 6.2%.

En concepto del Director del DANE “el aumento en la incidencia de la pobreza puede estar asociado al incremento de la tasa de desempleo que se registró entre 2018 y 2019”, al pasar del 9.7% al 10.5%, agravada ahora con la pandemia. www.amylkaraco­sta.net

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