El Heraldo (Colombia)

Los hijos de Gabo vivieron en Barranquil­la…

- Por Katia González Ripoll

Esto hace más de 30 años. Ellos son dos: Rodrigo, el mayor, es un excelente, serio y respetado director de cine y televisión. Vive en Los Ángeles con su esposa y dos hijas universita­rias divinas: Isabel e Inés. Amigo de sus amigos, entre los que están Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñarritu, con quienes realiza varios proyectos como la película Rudo y Cursi. Para no extenderme les cuento que su ópera prima, Cosas que diría con solo mirarla, resultó premiada en el Festival de Cannes y que entre las actrices que han protagoniz­ado sus películas están nada menos que Glenn Close, Holly Hunter, Sissy Spacek y Elpidia Carrillo.

Gonzalo después de muchos años de vivir en París regreso al DF con toda su prole: Pía Eliozondo, su esposa, fotógrafa reconocida, autora de libros y exposicion­es; y sus hijos: Mateo, escritor (que acaba de lanzar su primera novela); Emilia, actriz graduada en Inglaterra; y Jerónimo, universita­rio que cambió hace poco los claustros de París por los salones dinámicos y latinos de la UNAM en México. Cada uno tiene estilo propio, ¡pero todos marcados por una sencillez e inteligenc­ia sorprenden­te!

Obvio, con esos padres “fuera de serie” y viviendo esa vida donde reinaba el amor y la unión familiar. Todos los cambios de casa y los viajes a diferentes países rodeados de personajes importante­s del mundo de la cultura y de la política. ¡Todo un mundo donde la creativida­d y complicida­d reinaban todo el tiempo! A pesar de esos cambios de países, de ciudades, de trabajo, siempre estaban rodeados de algo que para la pareja siempre fue muy importante: ¡Los Amigos! Por esos amigos de sus padres es que llegan «los niñitos» (como los llamaba Mercedes) a vivir y a estudiar un poco más de un año en Barranquil­la.

Vivían en una casa arrendada a una hermana de Yolanda Field, la esposa de Kike Scopell, el fotógrafo cazador que además tenía en su patio un pocotón de albercas llenas de cocodrilos cuyas pieles exportaba al Japón. El colegio escogido fue el Karl C Parrish. Era perfecto, ¡la enseñanza temprana del inglés para los niños era vital para una familia que estaba destinada a ser internacio­nal! Además, la relación con Patricia Cepeda que asistía al renombrado colegio desde chiquita les abrió las puertas de amigos y sitios.

De Barranquil­la la familia se traslada a Barcelona y allí sigue la formación académica que culmina con Rodrigo doctorándo­se en Historia Medieval en Harvard y en el American Film Institute de Los Ángeles.

Gonzalo, soñador y talentoso, graduado como tipógrafo y diseñador gráfico de la prestigios­a escuela de Parsons en New York. Desde entonces, metido en el mundo de alfabetos, símbolos, gráficos y pinceles.

En Barranquil­la, hasta hace poco, la familia tuvo un apartament­o en el corazón de nuestro barrio patrimonia­l: El Prado.

El apartament­o pequeño con baldosas de pompeya en ajedrez negro y blanco y una terraza mirando hacia el boulevard de la 58, con todas las casonas maravillos­as que aún no han sucumbido al paso equivocado de la modernidad.

¡Yo quiero que regresen Rodrigo y Gonzalo a ver y sentir nuestra nueva Barranquil­la que ahora mira hacia al río, y desde donde estoy segura Mateo García Eliozondo tendrá muchos cuentos para su nueva novela y Rodrigo material para una nueva súper producción!

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