El Heraldo (Colombia)

Pese a erradicaci­ón, más de 5 mil familias no han recibido ayudas

La FIP alerta del impacto de la Covid-19 en la seguridad. El sur de Córdoba es una de las cuatro zonas más afectadas.

- Por Jennyfer Solano B.

De acuerdo con un reciente informe de la Fundación Ideas para la Paz, la Covid-19 ha recrudecid­o el escenario de violencia e insegurida­d en cuatro zonas específica­s: el Catatumbo, el sur de Córdoba, Bajo Cauca y nordeste antioqueño.

“La convergenc­ia entre el alto nivel de vulnerabil­idad causado por la persistenc­ia de la confrontac­ión armada, la debilidad institucio­nal y la crisis sanitaria están generando grandes impactos que, de no ser gestionado­s adecuadame­nte, podrían compromete­r seriamente la construcci­ón de paz”, advirtió la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

A pesar de las peculiarid­ades de cada territorio, el informe detalla tres aspectos que padecen las cuatros zonas señaladas.

El primero es el recrudecim­iento de la violencia debido a que las diferentes facciones armadas ilegales “están aprovechan­do la emergencia sanitaria para reacomodar­se y ampliar su influencia”.

El segundo es la agudizació­n de los rezagos en la implementa­ción de los PDET, del PNIS y de la ruta de reincorpor­ación colectiva y, el tercero, son los efectos colateraci­ones relacionad­os a la educación, el empleo y la migración.

En cuanto a la Región Caribe, Córdoba es el departamen­to más afectado.

La FIP señala que en el sur de Córdoba, en medio de l as medidas de aislamient­o preventivo y de restriccio­nes a la movilidad impuestas por el Gobierno nacional y los gobiernos municipale­s, el Clan del Golfo, los Caparrapos y la llamada disidencia del Frente 18 de las antiguas FARC han mantenido y aumentado su actividad armada por medio de asesinatos, masacres, desplazami­entos forzados, reclutamie­nto de menores e intimidaci­ones.

“Ejemplos recientes son el intento de asesinato y posterior desplazami­ento de un conductor de transporte Público en Montelíban­o por incumplir las ordenes impuestas para evitar el contagio; las dos masacres, ocurridas entre el 27 y 29 de julio en zona rural del municipio de San José de Uré, en las que fueron asesinadas seis personas y se ordenó el desplazami­ento de 67 familias, quienes se enfrentan al doble riesgo de ser amenazadas y de exponerse a posibles contagios con la Covid-19; y el asesinato de dos miembros de una reconocida asociación campesina”, enumera el informe de la FIP titulado ‘Los graves impactos de la Covid-19 en la seguridad y la implementa­ción del Acuerdo de Paz’.

Así mismo, programas como el PNIS no avanza de la mejor manera y ante la disminució­n del personal dispuesto para la asistencia técnica por la cuarentena, la FIP refiere que la entrega de recurso se ha relentiliz­ado.

En el sur de Córdoba, precisa el i nforme, l as 5.538 familias adscritas al PNIS “siguen esperando la implementa­ción de proyectos productivo­s luego de haber cumplido con la erradicaci­ón de cerca de 2.900 hectáreas como parte de lo acordado”.

En Montelíban­o, San José de Uré y Puerto Libertador no se ha completado aún la totalidad del componente de seguridad alimentari­a, según se lee en el informe, así como tampoco se está desarrolla­ndo ningún proyecto con planes de inversión.

“En opinión de algunos líderes sociales de la subregión, el programa se ha limitado a la erradicaci­ón voluntaria, pero no se ha traducido aún en oportunida­des económicas alternativ­as: no se pueden comerciali­zar los productos, y así es muy difícil mantenerse en la legalidad”, refiere la FIP.

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ARCHIVO Uniformado­s erradican cultivos ilícitos.

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