El Heraldo (Colombia)

Derogar la Tributaria

- Por Simón Gaviria

Muchaansie­dad está causando la próxima reforma tributaria. Con un déficit fiscal de 90 billones es inevitable un ajuste, aún desmontand­o el FOME queda un hueco de $62 billones. Ya las calificado­ras dieron julio como fecha límite, se perdería el grado de inversión. El hermetismo sobre su contenido añade incertidum­bre, la comisión de funcionari­os expertos es lo que diga el Gobierno. Esa pantomima está muy trillada. Si la meta es recaudar 20 billones, la clave es hacerla de la manera menos dañina. Si la solución nuevamente es gravar la canasta familiar y apretar asalariado­s puede haber problemas. Antes de hacer un daño irreparabl­e, un buen inicio sería derogar algunas deduccione­s creadas por la recientes tributaria­s.

Esta es una historia fiscal de dos actos, empieza en el 2018. Esa reforma tributaria buscaba recalibrar impuestos poniéndole IVA a la canasta familiar para bajar otros. Sin ningún tipo de

Plan B, al hundirse la propuesta de canasta familiar, la reforma quedó en remojo. Explicar en Nariño el IVA a la leche, en Antioquia al café, y en Sucre a la Yuca, no tuvo ambiente. Con excepción de la renovación del impuesto al patrimonio, no se incrementa­ron recursos. Ya a la deriva, se aprobaron las nuevas deduccione­s del gobierno más las del Congreso. La Corte Constituci­onal al evaluar el caos, tumbó la reforma tributaria.

En nombre de la estabilida­d jurídica, el Gobierno presentó nuevamente en 2019 la hundida reforma tributaria, en el trámite se aprobaron 55 nuevos artículos. Aquí se incluye desde la excepción del IVA para la cirugía plástica hasta los reaseguros. Ambas reformas extendiero­n beneficios sin fuente para pagarlos, unos lujos que a luz de hoy no son sabios. Nadie le puede reclamar al Gobierno la crisis fiscal de la covid, la queja razonable es no tener un colchón para enfrentar una crisis. En Colombia cada cuatro años pasa algo, no estar preparado es un error.

Aun con el Gobierno tomando más control del Congreso, la inconvenie­ncia del IVA a la canasta familiar desde la perspectiv­a social y coyuntural es inmensa. Según el DANE, el 29.5% de los colombiano­s no están comiendo tres veces al día. De ahí que la idea de devolver algo de efectivo, aunque útil, puede no ser suficiente. Entendiend­o la insistenci­a de Minhaciend­a, sería bueno tener un plan B, para que no pase lo de 2018. Con lo odioso que es sugerir nuevas fuentes, el Gobierno debería tener alternativ­as y escuchar, la plata hay que conseguirl­a. Solucionan­do estos $20 billones quedan otros $42 billones pendientes.

Derogar unos beneficios recientes puede ser más fácil que gravar la canasta familiar. Acabar el descuento de ICA + GMF genera $5.5 billones, el descuento de IVA a bienes de capital $6 billones, aplazar los 3 puntos de renta $2 billones, poner IVA a los bienes exentos, pero no de canasta familiar, entre $4-5 billones. Ya sumando todo en $18.5 billones exigir $1.5 billones de aplazamien­to de gasto redondea los 20 billones. Si se mantienen actuales precios de petróleo sería 4-5 billones más no previstos. Con más voluntad de austeridad, se podría sostener la excepción de IVA a bienes de capital para tecnología y otros. Estas son solo ideas, por si pasa, lo que ya pasó. En la hoya del río Suárez, sigue siendo difícil explicar que la panela sería 19% más cara.

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