El Heraldo (Colombia)

El Jilguero de América era “jocoso e indiscreto”: Jaime Pérez Parodi

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historias ‘salen a flote’ luego de la desaparici­ón física de el ‘Jilguero de América’. Este vocalista al que las secuelas de la covid-19 lo llevaron a la tumba, fue recordado de manera muy especial por Jaime Pérez Parodi, la Biblia del Vallenato, autor del seudónimo el ‘Jilguero de América’. Este locutor rememoró como la “solvencia vocal” de este artista lo llevó a compararlo con esa ave. “Nunca había escuchado un cantante en nuestra música vallenata con la solvencia vocal que tenía Jorge. Yo fui animador por muchos años de los hermanos López, tuve la fortuna de escuchar de primera mano al maestro y un día le dije, maestro es que usted canta como un Jilguero y ese año, en 1973, lo bauticé así con”, afirmó Pérez Parodi.

De los 11 años que trabajó al lado del maestro recuerda muchas anécdotas que asegura guarda con amor en su memoria. “Él fue una persona con la que gozabas cada momento del día, era imprudente y solía decir las cosas sin filtro, a veces llevabas un jean que a él no le gustaba y te decía “oye ese pantalón si te queda maluco” y uno se reía de esas ocurrencia­s que lo caracteriz­aban”, cuenta Jaime Pérez.

Entre 1970 y 1981, Pérez se desempeñó no solo como animador, sino como representa­nte artístico de Los Hermanos López, paseándose así por distintos lugares. “A mi compadre Jorge le gustaba mucho manejar chalupa y uno de esos tantos días que teníamos un toque en Mompox, íbamos en una chalupa y venía por el río una procesión de la Virgen del Carmen en una embarcació­n igual, iba un cura con el megáfono, la virgen y varias personas. Al maestro Oñate le gustaba ir ‘en la hoja’ (rápido) y cuando se acerca una embarcació­n, por lo general, toca bajar la velocidad porque si no se voltea una de las dos y el Jilguero hizo caso omiso y al pasar junto a la embarcació­n de la procesión, el cura, la virgen y otras personas cayeron al agua y nosotros seguimos porque íbamos para el toque. Cuando estábamos próximos a montarnos a tarima se apareció el cura con la Policía y se querían llevar al maestro, el empresario habló con el sacerdote y le dijo ‘padre la caseta está llena, si usted se lo lleva va a ser peor porque aquí la gente se rebota, dígame cómo podemos remediar ese daño’ y el cura dijo que le pagaran el megáfono y la sotana de color morado que eso salía en $15 mil, en ese entonces eso era bastante, pero fue la única manera de que la Policía no se llevara al Jilguero. Luego de ese episodio, todo era risas mientras lo recordábam­os (sic.)”.

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Jaime Pérez Parodi junto a Oñate.

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