Oñate dijo adiós rodeado de su familia y después de una vigilia
Delfina Inés y Jorge Antonio revelaron cómo fueron sus últimos instantes.
Un adiós que duele y que deja al vallenato triste fue el que se dio la madrugada del domingo en el hospital Pablo Tobón Uribe de Medellín. Allí murió Jorge Oñate, intérprete de un amplio repertorio y de cuyo deceso aún se conocen pocos detalles.
En medio del dolor, se conoció un audio en el que su hija Delfina Inés Oñate Zuleta cuenta con voz quebrantada cómo vivieron los últimos minutos de vida del Jilguero.
En el lugar se encontraban su esposa y unos pastores al pie de su cama y justo dos minutos después de finalizar una vigilia que hacían en su nombre falleció. “Le pedimos al Señor sanidad, le pedimos al Señor salvación, y justo a los dos minutos de terminar la vigilia, falleció. Estaban su esposa y unos pastores al pie de su cama. Hay que orar mucho por su esposa y sus hijos, y por supuesto por mi papá”, dice Delfina Oñate en un audio que envió a personas muy cercanas.
Una de las dos hijas del maestro indicó que “fueron 40 días batallando, 40 días de lucha, 40 días de oración, y Dios lo sostuvo 40 días. Démosle gracias a Dios. Esto no tiene por qué desanimarnos. Nos duele en el alma, la parte humana nos duele, pero él está con el Señor“.
Jorge Antonio Oñate, otro de los hijos del recién fallecido artista, también expresó su sentir en medio de una profunda tristeza y entregó detalles sobre el fallecimiento tras las secuelas que le quedaron de la letal covid-19.
“El coronavirus para mi papá (Jorge Oñate) fue como si le pasara un tsunami por encima, le afectó todos los órganos y todas las cosas que pudo haber tenido en el pasado le resurgieron”. También añadió que “la diabetes y otras comorbilidades se juntaron” y se llevaron al ‘Ruiseñor del Cesar’.
Confesó además “sentirse culpable de no haber estado mucho más pendiente de él”.
“Cuando digo que hacerlo diferente, digo que nosotros como hijos fallamos, debimos estar más pendientes de que él estuviera retirado del público, que guardara prudencia porque conocíamos su estado de salud y no lo hicimos (...) Yo me siento culpable de que mi papá no esté, por no buscar detenerlo y hacerlo entrar en razón”.