El Heraldo (Colombia)

Pretencios­a cultura

- Por Alfredo Sabbagh Fajardo asf1904@yahoo.com @alfredosab­bagh

Polémicas resultaron para algunos sectores las declaracio­nes del alcalde Pumarejo sobre el estado actual de espacios como el Museo de Arte Moderno y el Parque Cultural del Caribe, cascarones hoy monumentos a la improvisac­ión, secretismo y hasta la desidia con que se manejan, cubiertas por una manta de supuestas buenas intencione­s, proyectos sociales bajo alianzas construida­s pensando primero en los flashes, los aplausos y los titulares de prensa. El alcalde, recordemos, utilizó el adjetivo “pretencios­o” para referirse a la preocupaci­ón que genera lo comentado sobre dichos espacios; misma que se suma al prolongado cierre del Amira y las enormes dificultad­es por las que pasan otras entidades que intentan sobrevivir en la muy limitada industria cultural local.

Yendo por partes, esta administra­ción hereda con lo del Parque y el Museo un problema de años atrás. La falta de claridad sobre las responsabi­lidades compartida­s entre públicos y privados relacionad­as con el manejo de dichos proyectos no es de ahora, pero eso no exime al burgomaest­re local de asumir lo que le correspond­e, o por lo menos informarse mejor sobre la participac­ión de la Alcaldía en las juntas directivas de los citados proyectos. Si la vía para destrabar el statu quo actual pasa porque los privados le entreguen a la Alcaldía la titularida­d de los terrenos e inmuebles, pues que sea. De hecho, sería lo mejor. Así sabremos a quién exigirle sin excusas.

Ahora bien, esto no quiere decir que la preocupaci­ón sea “pretencios­a”. Para nadie es un secreto que la ciudad carece de infraestru­ctura cultural. La poca que hay o no es suficiente o no ofrece los mínimos de tecnología, aforo y posibilida­des para permitir que en Barranquil­la se pueda hablar de una industria cultural con agenda, indicadore­s, capacidad de inversión y posibilida­d de retorno de la misma. Y no caigamos ahora en el viejo lugar común de creer que esta preocupaci­ón se basa en considerar sinónimos la cultura y las bellas artes, o en restarles importanci­a a las manifestac­iones culturales basadas en la tradición de los pueblos. Al contrario. La construcci­ón de memoria colectiva, tejido social y apropiació­n ciudadana debe abarcar todas las aristas de los modos de vida de esa misma sociedad. De hecho, así está definida la cultura en nuestro marco regulatori­o.

Aquí todo suma y todo importa. Tan fundamenta­l es la Fábrica de Cultura (proyecto realmente maravillos­o) y la Escuela Distrital de Artes como que la ciudad pueda contar con buenos teatros, museos, galerías y espacios similares. Y por supuesto, nada de esto sirve si no hay artistas y si no hay público; y de ambos, seguro estoy y testigo he sido, tenemos.

Envidia de la buena produce leer en un medio nacional este fin de semana que Bogotá inicia formalment­e la reactivaci­ón del sector cultural; ese que en 2019 generó billones de pesos y cientos de miles de empleos entre directos e indirectos.

Así suene pretencios­o, a algo similar debemos apuntar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia