El Heraldo (Colombia)

Chistes pandémicos

- Por Haroldo Martínez haroldomar­tinez@hotmail.com

Más allá de la imparable cantidad de memes y videos que me envían en contra de las medidas erróneas o las salidas en falso del gobierno colombiano frente al tema de la pandemia en general y las vacunas en particular, con notoria frecuencia me llegan unos que tienen como epicentro del chiste la violencia en sus múltiples formas, a unos niveles de realidad que resulta preocupant­e porque parecieran reflejar el espíritu de los tiempos.

En un video aparece un individuo en actitud sospechosa metiendo una mano en un maletín como si sacara algo, mientras aclara con alguien por su celular la fisonomía de algún transeúnte y lo que hay que hacer con él mediante una pregunta que alerta a todos alrededor: “¿Al de la camisa tal, a ese es al que tengo que darle? El que se siente aludido sale despavorid­o porque en nuestro medio el verbo dar tiene connotacio­nes peligrosas, como “darle plomo”. El tipo saca del maletín una botella de gaseosa. Cuando pasa la tensión, los que están alrededor, sonríen más por alivio que por el chiste.

En otro, hay un grupo de jóvenes en una esquina jugando dominó, todos sin tapabocas, por supuesto, y aparecen dos en una moto, el parrillero hace el movimiento de sacar algo de su cintura, que es cualquier cosa menos una pistola, y acciona una grabación de un arma disparando. La carrera de todos es caótica, se chocan entre sí en la huida. Los vecinos corren a sus casas o se asoman por las ventanas. Los únicos que ríen son los de la moto.

Uno que me conmovió y que solo pude ver unos minutos porque no soporté el absurdo pretendía ser una broma pesada y terminó en tragedia. Se trataba de un adulto joven que, de forma intenciona­l, chocaba con cualquier transeúnte para provocar una pelea, la cual no se realizaba nunca porque le decían que era una broma grabada.

Infortunad­amente, chocó a una persona equivocada, pues, la reacción del ofendido fue sacar un arma de fuego y “darle dos tiros”. En o se escucha la voz de los que filmaban lamentando el hecho. Ahí apagué.

Buscando una palabra que me ayude a definir estos comportami­entos sociales, me encontré con una del alemán cuya definición me resultó dolorosa: “Zeitgeist”, espíritu de un tiempo, inteligenc­ia compartida en una determinad­a época.

Si esta es nuestra mejor inteligenc­ia para hacer chistes o divertir a los amigos, nos encontramo­s ante el producto de una sociedad enferma que ya no se ríe de la muerte como Joselito Carnaval, sino que la muerte hace parte de su cotidianid­ad a tal punto que, para asombro de todos, es lo mejor que puede pasar para tener algo que contar en las aburridas vidas de muchos jóvenes sin educación, ni trabajo, ni oportunida­des, sólo las máscaras de la violencia y la muerte como fuente de inspiració­n.

Me resisto a creer que esto es lo mejor que puede “dar” nuestra inteligenc­ia social para alegrarnos. Si es así, estamos involucion­ando.

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