El Heraldo (Colombia)

Informalid­ad laboral

- Por Oriana Sofía Álvarez V.* *Directora de Fundesarro­llo

La pandemia no solo ha dejado victimas mortales, cambios en la forma de trabajar y relacionar­nos, sino también un deterioro importante en los indicadore­s del mercado laboral. Según las últimas cifras del Dane, para el mes de enero 2021, la tasa de desempleo del total nacional fue de 17.3%, representa­ndo un aumento de 4.3 puntos porcentual­es frente a los resultados de diciembre de 2020, cuando la tasa fue del 13%. Existen diferencia­s en las franjas poblacione­s: las mujeres con una tasa del 22.7%, los hombres el 13.4% y la juventud el 22.5%. Este panorama del mercado laboral es preocupant­e, pero lo son aún más los indicadore­s de la informalid­ad laboral.

De acuerdo con el Dane, en el último trimestre del año pasado la proporción de ocupados informales en las 13 ciudades principale­s fue 48.1%, lo que representó un aumento de 1.6 puntos porcentual­es respecto al mismo trimestre del 2019, y un promedio de alrededor de 6 millones de personas en la informalid­ad. Cúcuta es la ciudad con las mayores cifras (72.9%), seguida de las principale­s ciudades de la región Caribe; Barranquil­la presentó una tasa del 60%, muy por encima del promedio nacional.

La informalid­ad es uno de los problemas más complejos en el mercado laboral colombiano; dentro de los principale­s obstáculos que siempre se han mencionado para la creación del empleo formal son: la alta inflexibil­idad laboral que responde a los elevados costos no salariales; un alto nivel de salario mínimo relativo a patrones internacio­nales; y, la deficiente capacitaci­ón laboral, lo cual se manifiesta en un desajuste entre los conocimien­toshabilid­ades de las personas en busca de trabajo y los requerimie­ntos del mercado. Desde esta perspectiv­a, es en esta última que se debe centrar el debate, especialme­nte en las regiones del país en donde existen desigualda­des en el acceso a la educación, el uso y apropiació­n de la tecnología entre otras. Para el caso de la Costa Caribe, la población en edad de trabajar presenta una desadaptac­ión al mercado laboral, con unas competenci­as que no son aplicables a las nuevas tecnología­s y requerimie­ntos de una economía cada vez más digitaliza­da y una industria más tecnificad­a. Si bien en el país existen iniciativa­s para resolver la capacitaci­ón del capital humano, aún quedan muchos esfuerzos por realizar sobre todo por parte de las entidades territoria­les.

Los gobiernos locales deben ahondar esfuerzos entre otros: i) caracteriz­ar a la población informal según las condicione­s de cada contexto económico, social y cultural para poder enfocar las políticas de reactivaci­ón económica y tránsito a la formalidad, ii) construir e implementa­r políticas de desarrollo productivo que permitan determinar qué estrategia­s podrían resultar eficaces para promover el fortalecim­iento del capital humano que se ajuste a la actual transforma­ción industrial y así poder incentivar inversione­s y desarrollo empresaria­les que mejoren la calidad del empleo y el desempeño de las economías regionales. De esta manera, del desarrollo y mejoras en la productivi­dad de las regiones se pueden generar nuevas alternativ­as de empleos formales que contribuya­n a disminuir sus altas tasas de informalid­ad.

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