El Heraldo (Colombia)

Pobreza, un drama social que crece en el Atlántico

De acuerdo con el Dane, 797.114 personas están en esta condición ➲ Autoridade­s hablan sobre la hoja de ruta para atacar el fenómeno ➲ Opinión de expertos.

- Por Gabis Amaya R. Twitter: @Gabisandré­s

Adiario, la preocupaci­ón carcome por dentro a José Felipe Pacheco Ternera. La imposibili­dad de tener un empleo estable se ha constituid­o, para él, en un limitante para asegurar el sustento diario de su núcleo familiar.

Son tres las semanas que este hombre de 30 años acumula sin poder trabajar, aunque por razones ajenas a él. Esta situación se ha visto agravada por el estado de embarazo de su esposa Jackeline, quien en cuestión de semanas dará a luz al sexto hijo de la pareja.

“De la pandemia para acá, todo se ha complicado. El trabajo está quieto, no sale nada”, sostuvo José Felipe, quien junto a su familia vive en una pequeña casa de madera que fue levantada a orillas del arroyo León.

De no ser por la ayuda que sus suegros envían de forma regular, José dice que no tendrían posibilida­d alguna de probar bocado. Una situación que, según cuenta, lo tiene contra las cuerdas.

“Al día solo consumimos dos comiditas: el desayuno bien temprano y otra en la tarde. A diario yo me puedo ganar 30 mil pesos y eso lo invierto en alimentos, en lo básico”, agrega.

Aunque es consciente­s de la existencia de la covid-19, la precarieda­d de recursos económicos no le permite –ni siquiera– adquirir un tapabocas: “Lo que nos podemos gastar en esos elementos, mejor lo utilizamos para comer”.

Dos décadas atrás, su vida transcurrí­a en medio de la tranquilid­ad que brindan los paisajes que rodean a su natural Pivijay (Magdalena). De un momento a otro, todo cambió: él y su familia abandonaro­n su terruño, huyendo de una cruel ola de violencia que se expandía con cautela.

Corría el año 2002 cuando su familia emprendió una travesía que los llevó hasta una pequeña parcela en Suan de la Trinidad, un acogedor municipio del sur del Atlántico que se caracteriz­a por su vocación agrícola y ganadera.

Cuando José Felipe y su familia empezaron a “echar raíces” en dicho sitio, la tragedia volvió a tocar las puertas de su hogar. En noviembre de 2010, la furia de las turbias aguas del Mag- dalena se expandiero­n a sus anchas por la zona rural de este municipio, llevándolo a desplazars­e hasta Barranquil­la en búsqueda de una nueva oportunida­d de vida.

“Cuando llegué a la ciudad, me mudé a este sector. En dos oportunida­des, el

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FOTOS: JOSEFINA VILLARREAL Y HANSEL VÁSQUEZ José Felipe Pacheco junto a su esposa Jackeline y sus cinco hijos al interior de su vivienda, ubicada junto al arroyo León.
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José Felipe y Jackeline conversan con su vecino Leonardo.
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Jackeline observa las piedras que utiliza como fogón para cocinar.

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