El Heraldo (Colombia)

El despertar de los jóvenes

- Por Horacio Brieva @Horaciobri­eva

La reforma tributaria fue apenas la chispa que quemó la pradera. Algunos expertos dicen que la reforma favorecía a los estratos 1, 2 y 3 y perjudicab­a a los 4, 5 y 6. Es decir, caía con especial saña sobre los bolsillos de la clase media.

Evidenteme­nte, los problemas del país no los resuelve solo una reforma tributaria. Aquí hay una complejida­d que desborda los análisis y las fórmulas de los tecnócrata­s.

Lo que está pasando en Colombia es más de fondo. Y debe leerse muy bien por sus élites políticas y empresaria­les.

Aquí hay una indignació­n históricam­ente acumulada que va más allá de una simple molestia coyuntural. Y se activó con la tragedia de la pandemia. Aquí hay una profunda contraried­ad de lustros, de décadas, e inclusive de centurias que se expresa, por ejemplo, en el furioso derribamie­nto de la estatua de Belalcázar.

En este escenario, la juventud ha emergido jugando un rol protagónic­o. Se trata de muchachos y muchachas entre los 18 y 30 años que fueron a la universida­d o no han podido entrar por falta de cupos o de ingresos para costearse una carrera. O que no tienen empleo. Este segmento de la población, que ha venido siendo muy activo desde las protestas de noviembre de 2019, está muy preocupado por su futuro y vive desencanta­do de un país que no le ofrece oportunida­des y que manejan unos dirigentes que no interpreta­n a los jóvenes y que les resultan detestable­s por ser un mal ejemplo en razón de sus prácticas corruptas y sus chocantes privilegio­s.

Es una juventud con expectativ­as superiores a las de las generacion­es anteriores por la conexión que ha adquirido con el mundo global gracias a la revolución tecnológic­a. Los jóvenes de hoy, consumidor­es de las redes sociales y de las plataforma­s del cine actual, son diferentes a sus padres y abuelos que crecieron en una sociedad de limitado acceso a la informació­n y de referentes culturales más locales.

La juventud, en las protestas, se ha puesto la camiseta de la lucha y ha afrontado la arbitrarie­dad policial, colocando muertos y heridos. Lo disonante han sido los jóvenes descompues­tos con sus ataques a bienes públicos y privados.

El presidente Duque ha estado hablando con diversos sectores, incluyendo al Comité Nacional del Paro donde parecen predominar los adultos maduros, pero no le ha dicho nada realmente esperanzad­or a la juventud.

Lo que los jóvenes desean saber es si este país será capaz de ofrecerles algo distinto al desempleo, la pobreza, la corrupción, la desigualda­d, la violencia y la antidemocr­acia. Y no se trata tanto de que el presidente reciba a cinco o seis jóvenes representa­tivos del paro, sino de que se comprometa con el país joven que le ha perdido la confianza a quienes dirigen a Colombia.

La juventud que se ha tomado las calles no se transa con cualquier caramelo. Ni tolera más engaños. Quiere un cambio total. O pondrá a este país patas arriba. Ya empezó a ponerlo.

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