Irrespeto a una pandemia
El respeto, una condición soberana de la especie humana, está perdiéndose cada día mas, otros animales de mucho menos categoría podrían darnos definitivas lecciones que colocarían el comportamiento de nuestra especie en un nivel de muy bajo grado.
Ni siquiera la alerta roja en las unidades de cuidados intensivos en las grandes ciudades ha logrado detener la protesta, los contagios continúan aumentando y el fallecimiento también, incontables filas de pacientes en malas condiciones esperan en las puertas de las clínicas y hospitales, familiares sufren inclementemente una situación nunca imaginada. El colapso del sistema de salud, los contagiados y las defunciones, que incluyen los trabajadores de la salud, no parece ser importantes para organizadores, participantes y, mucho menos, para los delincuentes responsables de un buen número de muertes, por el impedimento de la misión salud, bloqueo de ambulancias, transporte de medicamentos, equipos, alimentos, oxigeno y elementos médicos fundamentales, ocasionando un gran número de desmanes, con destrozos que han desencadenado en pérdidas económicas incalculables.
Enceguecidos por el odio y la búsqueda justa de ser atendidos, parece ser que el objetivo dejará más muertos y dificultades que antes de las protestas, como en las guerras. No estoy de acuerdo con la situación en la que viven un gran porcentaje de los colombianos, los trabajadores de la salud vivimos esa situación todos los días. La salud, ese complejo don que no es solo propiedad de los médicos debe ser respetada como derecho fundamental de la Constitución y está por encima del derecho a la protesta, a los bloqueos, a la destrucción de bienes públicos, por lo que se convierte en una violación a un derecho fundamental salir a protestar a las calles, en amotinamiento e irrespeto a las normas de protección para disminuir la diseminación de un virus que ahora llevamos a las calles bajo una desobediencia, soberbia y total irrespeto a las mínimas condiciones sanitarias. Es una conducta inaceptable, y no debe seguir, debemos reflexionar, pensando cuántas personas pueden morir a causa de las protestas, incluyendo familiares y amigos, o personas indefensas, sin ninguna responsabilidad a lo que se solicita, o aquellos con otras enfermedades que no han podido ser atendidos.
La situación está desbordada y se necesita un cambio que permita disminuir la inequidad en la que vivimos, mezcladas con corrupción, delincuencia, narcotráfico, e inoperancia de los gobernantes y legisladores que desde hace muchos años no han sido capaces de mejorar las condiciones de vida de nuestros compatriotas. Estoy consciente de que se desbordó toda esta clase de actuaciones, desde hace muchos años, pero empeorar las condiciones, aumentando el ineludible crecimiento de la pandemia, es una grave irresponsabilidad, y los resultados no se lograrán en una lucha contra la fuerza pública, o al impedir la alimentación de quienes difícilmente consumen dos comidas, o al destruir la economía necesaria para mejorar el empleo, la vivienda, y en general las condiciones de vida de las gentes, esto es un error desde cualquier punto de vista por donde se vea.
Gobierno y miembros de la protesta, con las otras partes representativas del Estado colombiano, la juventud, representantes de la educación, de la salud, y todos en general, debemos llegar a un diálogo cuyas conclusiones y cumplimientos sean para el beneficio de todos, sin exclusiones, para favorecer a los más necesitados. Se viene el diálogo, hagámoslo bien hecho, sin ataduras, sin odios, sin ventajismos, en beneficio de un país que lo pide a gritos y que solamente a través de este mecanismo saldrá adelante.