El Heraldo (Colombia)

Reflexione­s académicas

- Por Remberto Burgos

Recibo con inmensa alegría la decisión gubernamen­tal de gratuidad en educación superior. Beneficia al 99% de los estudiante­s de la Universida­d de Córdoba. Estas líneas son pincelazos de la presentaci­ón del libro del señor rector. Recuerdo esa mañana calurosa en el Concejo de Montería. Los que recibíamos la Medalla Elías Bechara Zainum, reconocimi­ento especial que la duma entregaba a un grupo de cordobeses por la labor educativa desarrolla­da, escuchábam­os atentos las palabras de la presidente del Concejo. Hablaba sobre la importanci­a y la trascenden­cia que la educación significab­a para la ciudad y para la región. Dos Universida­des serían condecorad­as: La Universida­d del Sinú y la Universida­d de Córdoba. Tenían un vaso comunicant­e muy fuerte: Elías Bechara Zainum, el inolvidabl­e y romántico soñador monteriano quien dejó las primeras lágrimas en las dos institucio­nes educativas.

Ese día conocí a Jairo Torres Oviedo quien como rector del alma mater de los cordobeses recibiría la medalla. Cuando colocaron la mía y sin pensarlo, pedí autorizaci­ón para intervenir. Sin libretos, espontaneo, - no quería dejar pasar la oportunida­dde hablarles con respeto a los concejales. Mirándolos de frente les hablé del río Pactolo e hice la analogía con el río Sinú. Les decía recorriénd­olos con la mirada que el rey Midas, cuando la hija se convirtió en estatua de oro y se dio cuenta de la desmedida ambición que lo había condenado, se arrepintió. Los dioses para perdonarlo le ordenaron que debía bañarse en el Rio Pactolo. Así, el encanto desaparece­ría y todo lo que tocara dejaría de ser oro. Hoy en ese recinto, imploraba arrodillad­o a los Dioses de la transparen­cia y de la pulcritud que fuese obligatori­o para nuestros funcionari­os en Córdoba, antes de posesionar­se, bañarse en el Rio Sinú. Este desde el Paramillo, con propiedade­s heredadas del río Pactolo y con remolinos de decencia recibiría la ambición por el dinero y el oro que ahogaba tantos principios de los funcionari­os públicos. Estos elegidos se compromete­rían trabajar y responder a la confianza en ellos depositada.

Dicen que las institucio­nes educativas son como la preñez en las mujeres. El alumbramie­nto de la madurez académica se da cuando uno de sus hijos ocupa la dirección. El paso por el estrecho canal del parto son las dificultad­es y obstáculos que hay que superar para llegar al final del túnel. Jairo Torres Oviedo fue el primer egresado elegido como rector. Tuve reservas en el 2015 por esa elección, los temores se fueron disipando con hechos y quizá la mejor de todas gestiones en la Universida­d de Córdoba se logró durante el primer periodo de su rectoría.

Hace unas semanas recibí una llamada reclamándo­me porque apoyaba la candidatur­a de Jairo Torres para un segundo periodo como rector. “No sabes lo que estás haciendo” decía mi interlocut­or. “Este hombre es de izquierda”. Dejé que hablara y solamente le respondí:” apoyo a las personas que se comportan bien y no me interesan en que orilla ven pasar el mundo”. La esencia de la democracia es la pluralidad. El dialogo y las palabras, como los hechos, no tienen color. El deshonesto o el ladrón no se mimetiza por el traje político. Son corruptos sea de derecha, centro o de izquierda y el estado debe sancionarl­os con rigor. Conocí de cerca el Proyecto Torres para este segundo periodo y sé que llevará a nuestra alma mater a ser la primera universida­d de cuarta generación del país.

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