El Heraldo (Colombia)

Fallece la madre de los hermanos Rentería

Su deceso se produjo este jueves a las seis de la tarde Logró sacar adelante a sus ocho hijos vendiendo fritos y rifas.

- Por Equipo Sociedad

Visitación Herazo, la sacó del estadio con la crianza de sus hijos. La madre del exbeisboli­sta Édgar Rentería falleció este jueves a las seis de la tarde por causas naturales en su hogar ubicado en el Barrio Abajo.

La mujer, que por más de 15 años se gozó las hazañas de Édgar Rentería en la “Gran Carpa”, se fue de este mundo dejando una estela de deportista­s que le aportaron valor al llamado deporte de la pelota caliente.

Doña Visitación estuvo a la cabeza de los Rentería ya que su esposo, Francisco Rentería, falleció cuando estos estaban muy niños.

“Ella fue papá y mamá para sus hijos. Era el pilar de esa familia”, afirma el periodista deportivo Estewil Quesada.

A Herazo la recuerdan como una mujer luchadora. Cuando enviudó tenía que salir a trabajar y de regreso dedicarse al hogar. Se propuso sacar a la familia Rentería adelante y con esfuerzo lo logró.

“A PUNTA DE FRITOS LEVANTÓ A SUS HIJOS”. William Vargas, periodista barranquil­lero, recuerda a la señora Visitación con una sonrisa permanente en su rostro. “Ellos lloraban cada vez que llovía en las horas de la tarde porque no podían sacar su puesto de fritos. Cuando quedaban algunos productos ese era el desayuno, el almuerzo y la cena del día siguiente”.

Herazo afrontó la situación económica de la familia. Era una mujer educada, muy solidaria con los vecinos, tanto se ganó el cariño de ellos que defendían a los Rentería a capa y espada. “Siempre tenía una sonrisa permanente. Hablar con ella era descargars­e de los problemas. Era muy amable, afable y conversado­ra”, dijo Vargas.

Por su parte, Iván Consuegra, compadre de Édgar Rentería, sostuvo que la mujer toda su vida trabajó para sus hijos. “Muchas personas llegaban a su casa sin conocerla y la trataba como alguien cercano. Era muy especial. Vendía rifas, los fines de semana vendía morcilla y cerdo frito. Édgar la regañaba porque no dejaba de trabajar”, anotó.

De acuerdo con Consuegra, el bocachico era el plato predilecto cada vez que Édgar llegaba a visitar a su madre. A pesar de ser independie­ntes, con cada uno de sus hijos ella siempre mantenía las atenciones.

LA RECUERDAN CON CARIÑO. En 2013 ofreció una entrevista a EL HERALDO en la que confesó que había dejado de ver beisbol porque considerab­a que su hijo Édgar le ponía un sabor diferente al deporte, pero con su retiro “perdió la gracia”.

“No he visto más porque Édgar era el que alegraba todo, ahora veo los partidos muy tristes. Aún me imagino a mi hijo cuando estaba jugando, esa era una emoción, ya no hay alegría en las mamás. Cuando lo veía jugando a Édgar lloraba y cuando miraba los partidos por televisión sufría más”.

Nunca se opuso a que sus hijos practicara­n el “Rey de los deportes”, de hecho los motivaba para que lo hicieran.

Fue seguidora número uno de su hijo. Guardaba los trofeos de Édgar como si fuesen un tesoro. Cada vez que abría su armario le entraba la nostalgia de no tener a su retoño al lado, pero de inmediato retomaba las fuerzas porque sabía que había cumplido a cabalidad la misión de formar a su hijo como una persona integral, misma tarea que logró con sus otros familiares.

El periodista deportivo Fabio Poveda también recuerda a doña Visitación como una mujer cariñosa que siempre estuvo al lado de sus hijos.

“Es de admirar la forma en cómo sacó adelante a sus hijos. Ella trabajó lo que tenía que trabajar y por eso en sus últimos años no tuvo problemas porque sus hijos se hicieron cargo de ella”.

Recuerda, además, que era una mujer muy dada a la gente con una sonrisa que inspiraba.

Aunque con el paso de los años la situación económica de su hogar mejoró, siempre quiso vivir en Montecrist­o, el barrio que la vio crecer como persona.

Poveda resalta que cuando su hijo Édinson estuvo al frente de la Liga de Béisbol Profesiona­l colombiana no se perdía los partidos.

“Ella siempre fue una mujer sana, con decirte que en la última temporada, antes de la pandemia, ella caminaba hasta el estadio para ver los partidos”, agregó Poveda.

Orlando Palma, amigo cercano y parte del equipo de comunicaci­ones de Édgar Rentería, precisó en conversaci­ón con EL HERALDO que ‘Visita’, como cariñosame­nte era llamada, nunca se dejó vencer a pesar las adversidad­es y este la considerab­a como un claro ejemplo de resilienci­a.

Visitación siempre gozó los éxitos de ‘El niño de Barranquil­la’. “Ella estuvo en aquel juego memorable de la Serie Mundial donde Édgar dio el en el año 97. Siempre lo apoyó y lo protegió, además que él siempre ha sido muy tranquilo y dado a ella”.

De acuerdo con Palma, la mujer en las últimas semanas estuvo hospitaliz­ada por quebrantos de salud.

Édgar, el menor de ocho hermanos (cuatro hombres y cuatro mujeres), llenó la historia del béisbol colombiano de triunfos con su paso por las Grandes Ligas. Detrás de sus logros estuvo una mujer con unas fuerzas inagotable­s que levantó esa figura deportiva a la que hoy el país le debe varias alegrías.

Al cierre de esta edición se desconocía­n los detalles de las honras fúnebres.

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Visitación junto a su hijo Édgar Rentería.
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Visitación acompañó a Édgar a la develación de su estatua en el estadio que lleva el nombre de su hijo.
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Era una mujer alegre.
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ARCHIVO EL HERALDO Fue el pilar de su familia.

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