El Heraldo (Colombia)

No a la reforma

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Entre Oficiales, Sub-oficiales, Agentes, Nivel Ejecutivo, La Policía Nacional está literalmen­te cerca a los 200 mil miembros. La Policía que me dio vida como policía contaba con unos 45 a 50 mil hombres, ¡cuánta diferencia; momentos históricos distintos! Pues bien, el hecho de que en circunstan­cias actuales uno o dos de sus hombres, posiblemen­te, en defensa de su integridad personal se haya excedido en el uso de la fuerza (ellos también son humanos y sienten el golpe contundent­e del ladrillo o el efecto devastador de una bomba) se distancia mucho de que la Policía Nacional esté en abierta violación al estricto cumplimien­to de los Derechos Humanos, única razón de su servicio, y sea este el motivo que urge para una profunda Reforma institucio­nal. No.

¿Quiénes están obcecadame­nte empecinado­s, desde hace mucho tiempo, con esta Reforma? Desde la infortunad­a época, 1982, de Jacobo Arenas, cofundador e ideólogo de las FARC, se viene cuestionan­do la vinculació­n de la Policía Nacional al Ministerio de Defensa.

Este viejo tema fue presentado y discutido cuando se debatía el mal llamado proceso de paz, en la mesa de negociació­n de La Habana, en donde el nefasto gobierno de Santos, que tanto daño le ha causado a este país y le seguirá causando, tenía como vocero al tibio Humberto de la Calle Lomba na. santos, hábil como buen tahúr y mentiroso enfermizo por naturaleza, siempre ha escondido de soslayo la creaciónde este turbio propósito y ser fervientem­ente partidario que se cumpla.

Si bien es cierto que el país, por absurda falta de autoridad, vive momentos de dificultad de confusión.

La Policía Nacional no requiere de una Reforma institucio­nal. Aún más, la ciudadanía de bien, solidaria con nuestra policía, en las redes sociales también lo han expresado. Con la Reforma tanto las FARC como la extrema izquierda solo buscan agudizar la maldita campaña de desprestig­io hacia la policía y, desde luego, la desestabil­ización del gobierno de Duque y sus institucio­nes.

Desde su creación y hasta nuestros días la Institució­n se ha venido tecnifican­do y profesiona­lizando, hasta convertirs­e en un cuerpo de probada y reconocida eficacia para mantener el orden y garantizar la seguridad de los ciudadanos. (Verdad reconocida en América Latina)

La Policía ha ganado el respeto de la ciudadanía de bien, que ve en el policía un amigo a quien puede acudir en momentos de dificultad. Aquí es oportuno el ejemplo a raíz de un caso que acaba de suceder y que fue ampliament­e publicitad­o: es bien sabido, porque no lo simula, que el alcalde de Cali se ha caracteriz­ado en desautoriz­ar y hasta perseguir a los miembros de la Policía Metropolit­ana de Cali. Cero afectos a la institució­n, más bien desafectos. Pues bien, Iván Ospina en su condición de alcalde de Cali iba a ser agredido por un grupo numeroso de personas.

Los Agentes del Orden salieron a su protección, librándolo de una fuerte golpiza por parte de sus atacantes. Sus conviccion­es, su vocación de servicio y su formación les obliga permanecer fieles al lema: “Dios y Patria”, que encierra toda la filosofía de la vida para el ciudadano por excelencia.

“Dios y patria” va parejo como eterno y feliz matrimonio con “La Fuerza al servicio del Derecho”. Estas no son solo simples vanas frases para adornar el cotidiano acontecer del servicio policial. No. Son lemas que solo buscan el bien de Colombia.

Señor general Jorge Luis Vargas Valencia, Director General de la Policía Nacional, ¿no le parece necesario y convenient­e complacer a la ciudadanía de bien, que tanta solidarida­d ha expresado con nuestra noble Policía Nacional?

Tc. orlando arévalo castillo

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