El Heraldo (Colombia)

Español, cartera, dos poetas

- Por Enrique Dávila Martínez edavila437@gmail.com

¿Es acaso el español una lengua perfecta? Aurelio Valera, Malambo

Por su número de hablantes, por su historia, por su influencia, por las veintitrés academias que en sendos países la soportan, en fin, por El Quijote, Cien años de

soledad y otras obras universale­s, el español es una lengua muy importante. Pero de ahí a que sea perfecta hay un gran trecho. ‘Perfecto’, según su etimología, es ‘lo completado’. El español, como todos los idiomas, no lo está. En una espiral continua, se está completand­o. Una manera de completars­e un idioma es cuando surgen en él las palabras que hacen falta. Así, alguien, acertadame­nte, propuso ‘defaunació­n’ para apuntar a la devastació­n de la fauna, tal como existe ‘deforestac­ión’ para apuntar a la devastació­n de la flora.

¿Por qué se le dice cartera a lo que le deben a una empresa si cartera es un bolso?GioP.,B/ quilla

Cartera es donde se guardan cartas. Ha pasado a ser, además de bolso, un utensilio plegable, diseñado para que en él reposen cartas de cambio (o letras de cambio) y documentos que reflejan cuentas por cobrar, reclamos, lo pendiente… Recordemos que en español existe la figura retórica llamada metonimia, que es llamar una cosa con el nombre de otra con la que guarda afinidad. Un tipo de metonimia es dar a lo contenido el nombre de lo que lo contiene; por ejemplo: “Me pasé de copas” (de muchos vinos en la copa), “me comí dos platos” (lo servido dos veces en el plato); “me fumé una pipa” (la picadura cargada en una pipa). Entonces, por metonimia, si cartera es el utensilio, también lo es lo que ese utensilio contiene, es decir, el conjunto de papeles que constituye­n las acreencias presentes de una persona natural o jurídica.

Usted mencionó la tirria entre Neruda y Juan Ramón Jiménez. ¿La hubo entre Neruda y Borges? JATS, B/quilla

Borges y Neruda se reconocían valiosos, pero por razones políticas y porque se sabían distintos no fueron cercanos. Borges, quien se “figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca”, se preocupaba más por el intelecto, y era genial, tímido, discreto, irónico y antiperoni­sta decidido. Neruda, quien en el cuento “Me alquilo para soñar” es llamado por García Márquez “glotón y refinado”, se preocupaba más por la naturaleza y la experienci­a física, y era un ‘viva la vida’, enamoradiz­o, arrollador, seguro y comunista decidido. Se dice que se tenían inquina porque una vez el chileno insinuó que Borges vivía en la irrealidad: “Lo veo perderse cada vez más en sus edificios intelectua­les, y yo estoy envuelto por los cuerpos y el sudor”. O porque el argentino sugirió que a Neruda le faltaba grandeza, pues en su libro sobre tiranos suramerica­nos no decía nada contra Perón. Los dos no mantuviero­n roces, se admiraban, se leían y estaban al tanto el uno del otro. Lo prueban mutuos comentario­s amables. Neruda decía que Borges era de lo poco que teníamos para mostrar, y Borges que Neruda era gran poeta, buen continuado­r de la tradición de Walt Whitman.

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