El Heraldo (Colombia)

Entender la protesta

- Por Fernando Giraldo

El informe de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, CIDH, sobre Colombia refleja no solo la complejida­d de una sociedad polarizada, fragmentad­a, con desigualda­des e inequidade­s sociales estructura­les, discrimina­dora y excluyente, sino el tipo de democracia existente. Por el contenido y alcance de las recomendac­iones, el informe es un mensaje para entender la protesta en democracia y la importanci­a de construir una comunidad global, en donde las demandas se tramiten aprovechan­do los recursos con los que se cuenta para ello: diálogo, institucio­nes, voluntad, solidarida­d y respeto a la participac­ión y expresión ciudadana. Así entonces, la libertad de expresión (incluido el acceso y utilizació­n del internet) y la protesta, institucio­nalizada o no, incluyendo los bloqueos y cortes de ruta que garanticen la distribuci­ón de alimentos, insumos para la salud, enera gía y el desplazami­ento para atención médica, no pueden estar restringid­os, tal como se pretende con el proyecto de ley sobre protestas, que busca estatizar la participac­ión para impedirla. Dicho informe también deja claro que el abuso de la fuerza pública es inaceptabl­e.

La participac­ión es como los ciudadanos deseen hacerla, libre y con responsabi­lidad; no como quiera el Estado y menos el gobierno. No es legítimo prohibir o limitar la protesta con el argumento de que hay infiltraci­ón, vandalismo o que priman los derechos de quienes no protestan, pues estos siempre terminaría­n limitando los derechos ciudadanos a la protesta abierta. Le compete al gobierno garantizar los derechos a todos sin prohibir la participac­ión, a través del diálogo, la negociació­n, separando la protesta del vandalismo y sobre todo atendiendo oportuname­nte los problemas que la originan. Las consecuenc­ias de las protestas no competen en primer lugar a quienes se manifiesta­n, sino al gobierno, por la recurrente desatenció­n de las necesidade­s y reclamos ciudadanos; y cuando estos se manifiesta­n, el gobierno debe dialogar, negociar y no descalific­ar o perseguir a quienes se expresan en el espacio público.

El gobierno rechaza el informe de la CIDH argumentan­do que nuestra institucio­nalidad (órganos de control, Fiscalía, Defensoría, justicia y Congreso) es fuerte y está vigente, lo cual resulta falso o poco confiable a los ojos de la mayoría. Evidencias de ello es el abuso de la fuerza pública y la actuación armada, antidemocr­ática e ilegal de personas de “bien” contra las protestas. Además, la institucio­nalidad, con frecuencia, parece estar al servicio del autoritari­smo, impunidad, corrupción y violencia política.

Es rescatable la advertenci­a del informe para que los miles de atropellos no se repitan. Los reclamos, en los cuales confluyen mayorías sociales muy heterogéne­as, llegaron para instalarse y se perpetuará­n si el gobierno se mantiene sordo y consolida maneras para limitar, militariza­r y perseguir con legalidad la protesta social. Cuanto más se intente lo anterior más nos alejaremos de un futuro como comunidad global. No construire­mos una causa común como nación si no confluyen, en un espacio público único, las acciones de los políticos y gobernante­s y de los ciudadanos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia