El Heraldo (Colombia)

China para rato

- Por Simón Gaviria

Aunque lejos de sobrepasar a EE. UU., China ya es el segundo socio comercial de Colombia. Al ver la Copa América, las vallas de Sinovac son seguidas por avisos de Tiktok, mientras el Éxito promueve descuentos de Huawei. El comercio con China está para quedarse. En paralelo, la política de confrontar a China, instaurada por Trump, se volvió permanente. Atrás quedó el esfuerzo de Obama de enamorar al gigante asiático, Biden se mantiene en la firmeza. La promesa de un EE. UU. más enfocado en América Latina conteniend­o la amenaza roja parece haber quedado en el papel. Colombia debe cuidar su relación especial con EEUU, pero se vuelve inevitable un mayor vínculo económico con China. Es el hambre con las ganas de comer.

Trump redefinió los instrument­os de EEUU de promoción de inversión y comercio como contrapeso a la agresiva financiaci­ón China. El brazo público de la inversión privada OPIC se volvió el Developmen­t Finance Corporatio­n. En 2020 aumentó su presupuest­o de USD29 mil millones a USD60 mil millones anuales de crédito. Los proyectos ya no tienen que ser de propiedad estadounid­ense, con que sean proveedore­s clasifica. Se puede prestar en moneda local y ofrecer seguros de riesgo político. La entidad hasta puede coinvertir en proyectos. EE. UU. lanzó el programa América Crece para promover sus inversione­s en América Latina.

Tan fuerte era el compromiso, que se rompió la regla no escrita que el presidente del BID debía ser Latinoamer­icano. Elegir un aliado de Trump significar­ía mejores términos y mayores inversione­s para la región. Era como un tipo de premio a los aliados, sería un dividendo a los países democrátic­os. Sonaba muy bien, pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

El tsunami de covid-19 ensimismó naciones y postergó inversione­s. Las firmas de infraestru­ctura de EE. UU. se quedaron en casa atendiendo un agresivo programa doméstico. A la fecha, América Crece no ha promovido proyectos relevantes. El BID sigue su negocio común y corriente, pero sin colombiano­s en posiciones de liderazgo. Hace falta la financiaci­ón del Asian Developmen­t Bank que rechazamos para no incomodar los aliados del norte. Ningún esfuerzo ha logrado contrarres­tar la iniciativa China de infraestru­ctura de la Nueva Ruta de la Seda.

El pragmatism­o mandarino creó un plan para América Latina de 1+3+6. Un plan de tres motores: inversión, comercio, y cooperació­n financiera para invertir en seis industrias. Las empresas chinas avanzan con el metro de Bogotá, el tren de cercanías de Cundinamar­ca y la conexión de Medellín con Urabá. Ya compraron proyectos de oro por USD1.000 millones, en otros sectores van USD306 millones. Si se facilitara más la inversión, China revolucion­aria el agro del país. Ansiosos de acceder a soya y marranos, el llano colombiano es un sueño cantonés.

Protegiend­o nuestra relación especial con EE. UU., Colombia se beneficia de mayor integració­n con Asia. Una estrategia de capitaliza­r el desacoplam­iento de EE. UU. - China, que empresas que abandonan China vengan a Colombia para exportar a EE. UU. Se requiere ser un país atractivo para la inversión China, conquistar el mercado chino cambiaría el destino de Colombia.

P.S. Por ahora, lo mejor es depender de sí mismo, Sergio Díaz-granados como presidente de la CAF es un logro de país.

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