El Heraldo (Colombia)

Diálogo, no rechazo

- Por Cecilia López Montaño cecilia@cecilialop­ez.com

Nadie en Colombia se puede atrever a negar que vivimos momentos críticos y en muchas áreas más difíciles que países vecinos. Este es el caso de los impactos sociales de la crisis de la covid-19, cuando los niveles de pobreza, de indigencia y de vulnerabil­idad de nuestra población superan los alcanzados por el promedio latinoamer­icano. Deterioro de nuestra imagen internacio­nal cuando la buena noticia de la presidenci­a de la CAF con Sergio Díaz-granados se ha visto dolorosame­nte opacada por la situación de derechos humanos, agravada por la reacción del gobierno, y por esta dolorosa y confusa situación de mercenario­s colombiano­s en el crimen del presidente de Haití.

Una población empobrecid­a, con un nivel de pandemia de más de 500 muertes diarias; con una economía sin grado de inversión, desempleo e informalid­ad en niveles inmanejabl­es, y con profundas dudas en organismos internacio­nales sobre una salida rápida de esta crisis, obviamente ha generado pesimismo generaliza­do y profundas divisiones.

No debe sorprender que esta explosión social que vivimos intensamen­te, con muertos, desapareci­dos, violacione­s flagrantes a los derechos humanos, esté cocinándos­e a fuego lento. Y explotará nuevamente a menos que el gobierno, el Estado en general, la dirigencia del país y el resto de la sociedad entiendan que es con diálogo sin prevencion­es como se logrará esa salida democrátic­a que Colombia necesita con urgencia.

Pero no. El gobierno no ha logrado entender que en los pocos meses que le faltan la situación se le puede salir aún más de las manos. Los políticos, partidos y candidatos presidenci­ales tampoco se ubican y cazan diariament­e peleas sin entender que más que campaña es el momento de encontrar caminos precisamen­te para que las próximas elecciones no aumenten los costos que ya son evidentes. El sector privado, con excepción del caleño, está curiosamen­te muy silencioso sin asumir esas posturas generosas, objetivas que serían necesarias. Y mientras tanto la población colombiana, especialme­nte quienes más necesitan apoyo, sufren la carencia de posturas objetivas de aquellos que ostentan todos los poderes en este país.

La salida es el diálogo, pero no. Lo que hay especialme­nte por parte del gobierno, el presidente y su equipo es rechazo a todo lo que con razón es cuestionad­o en cualquiera de las múltiples áreas donde se han cometido errores o se han asumido acciones y se han dado omisiones que han contribuid­o a esta crisis. Diálogo es algo que el gobierno entiende como debilidad. Diálogo frente a críticas fundadas que interpreta­n como ataques casi que personales. Diálogo con aquellos que sienten las consecuenc­ias de un Estado que no les responde. Diálogo, diálogo, diálogo, señor presidente, en vez de esas frases agresivas, disonantes, que ponen a Colombia y a su presidente en igual nivel de esos dictadores latinoamer­icanos. Este país no se merece esa descalific­ación que nace de esas frases en mentes calientes de aquellos que son las cabezas del gobierno. Por favor, por el bien de lo que falta de esta administra­ción, no más rechazo a todo lo que se refiera a esta crisis interna que vivimos.

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