El Heraldo (Colombia)

La reforma a la Procuradur­ía

- Por Álvaro De La Espriella Arango

En nuestro intento por seguir destacando los logros y triunfos de costeños en la vida social, tanto en el campo privado como en el público, para intentar detener esa peculiar costumbre de dedicarnos solamente a criticar, hoy nos produce una gran satisfacci­ón traer a esta columna el magnífico desempeño que viene realizando en la Procuradur­ía General de la Nación la doctora Margarita Cabello, hija de esta tierra que ella enorgullec­e con una trayectori­a profesiona­l que se cimienta en la responsabi­lidad, el equilibrio, la inteligenc­ia, la mesura, el dinamismo y su incalculab­le deseo por contribuir a la renovación de nuestra adolorida patria.

La doctora Cabello ha presentado un proyecto de ley al Congreso en donde, para identifica­rse con los convenios firmados por Colombia con los organismos internacio­nales de justicia, propone que se le otorgue a la Procuradur­ía reconocimi­ento legal de jurisdicci­ón para vigilar, investigar y sancionar a los colombiano­s que no sean nombrados y escogidos por decretos o resolucion­es, sino elegidos por voto popular o sufragio. Por decisiones constituci­onales, desde hace años el país ha presenciad­o, se ha implementa­do, un traslado de competenci­as del poder ejecutivo y el legislativ­o al judicial.

El país está cansado de la corrupción generaliza­da en donde los ciudadanos elegidos por sufragio son un número considerab­le como lo denuncian los archivos de expediente­s. Se habla de más de quince mil casos que con el actual sistema dormirán el sueño de los justos, pero la procurador­a, valiente, ha propuesto que esto debe cambiar y que todo servidor público de las tres ramas del poder público puede ser investigad­o por la Procuradur­ía General de la Nación. Es decir, cambiarle a esta respetable entidad su único carácter de control disciplina­rio sin decretar culpabilid­ad y sanciones y convertirl­a en el auténtico vigilante de la moral pública con competenci­a y atribucion­es que la misma Corte Constituci­onal debe implementa­r y establecer.

Desde luego que no es fácil la tarea de la doctora Cabello, porque entre otras cosas se enfrenta a quienes se esconden de los controles para continuar con su corruptela imparable. La misma rama judicial ha pasado por experienci­as dolorosas; el cartel de la toga, como se le llama, es una prueba que avergüenza al país porque es inadmisibl­e que las altas jerarquías sufran en nombres propios los veredictos de culpabilid­ad de algunos de sus magistrado­s. Eso duele, esto arrastra una secuela de impunidad en veces o castigos en otras ocasiones para la opinión pública, que piensa, medita y decide sus opiniones.

Hasta el momento los ciudadanos escogidos por voto popular son elegidos por un sistema en donde la libertad de opinión supuestame­nte tiene un potencial inmenso. Pero la politiquer­ía a la cual estamos acostumbra­dos desvirtúa estos conceptos. Y de allí en adelante toda la cadena de corrupción trabaja. La doctora Cabello se ha lanzado a luchar contra este sistema y entronizar a la Procuradur­ía como un altísimo tribunal dedicado a combatir la delincuenc­ia en sus múltiples formas. El país debe rodearla, apoyarla, animarla, respaldarl­a. Es una tarea y una reforma gigante. Ojalá la consiga.

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