Mercenarios
El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise, destapó algo que no es nuevo en Colombia y es el alto número de exmilitares que están alrededor del mundo como mercenarios, un mercado ilegal de los más rentables y que ven en los colombianos un perfil muy atractivo, frente a esto cuatro reflexiones.
Primero: En el mercado de los mercenarios existen dos categorías, mercenarios individuales y mercenarios corporativos, los individuales hacen relación a quienes prestan sus servicios a un cliente que los contrata directamente para ejecutar una misión en específico; los mercenarios corporativos son empresas que se han dedicado a construir capacidades militares en términos de número de hombres, armas, inteligencia, logística, apoyo aéreo, y capacidades cibernéticas para ofrecer sus servicios en cualquier lugar del mundo.
Segundo: Estas empresas históricamente ofrecían los servicios de protección de instalaciones y protección de dignatarios, pero desde el 2001 hemos visto cómo ya no solo ofrecen servicios de vigilancia, sino que ofrecen servicios de ataque armado, muchas de estas empresas se han visto operando en combates en medio oriente que han desencadenado en numerosos escándalos de violaciones a los derechos humanos y también se les ha visto involucradas en lo que ellas denominan “operaciones de altovalorestratégico”, quiere decir secuestros y asesinatos.
Tercero: Estas empresas buscan comandos de fuerzas especiales para ejecutar sus operaciones, y en este mercado los exmilitares colombianos son muy apetecidos ya que cuentan con dos variables, la primera es un alto nivel de entrenamiento y la segunda una amplia experiencia de combate, factores que los convierten en un perfil muy buscado.
Cuarto: Este escenario de mercenarios corporativos creció desde del 11 de septiembre de 2001 cuando estas empresas comenzaron a operar en países como Afganistán e Irak y después se desplegaron a nivel mundial. Ahora bien, que un comando de exmilitares colombianos participara en el asesinato de un presidente nos debe llevar a una reflexión frente a la doctrina y estructura de escala de valores y ética dentro de las fuerzas militares y de policía en Colombia, es que esto no es un hecho aislado, son constantes los escándalos de la fuerza pública en Colombia, solo por citar unos cuantos, más de 6 mil ‘falsos positivos’, o sea más de 6 mil crímenes de guerra, alianzas de militares con paramilitares como lo acaba de señalar la JEP, seguimientos ilegales de periodistas, políticos y defensores de derechos humanos, denuncias de abusos sexuales como la niña que presuntamente fue violada dentro de una instalación militar, constantes escándalos de corrupción, exceso y abuso policial al punto que tuvo que venir la CIDH , y ahora mercenarios que son asesinos a sueldos.
Sin lugar a dudas este rosario de escándalos en un país serio sería una crisis institucional que llevaría a una reforma estructural, pero acá siempre se justifican estos hechos y se termina minimizando todo diciendo que son “unas manzanas podridas”. Así las cosas, hasta que no exista un cambio de doctrina que pasa por el cumplimiento de los derechos humanos seguiremos viendo más escándalos, que como en este caso de Haití ya llegaron al punto de asesinar un presidente.