A escuchar a los jóvenes con atención
La pandemia del coronavirus y el llamado Paro Nacional evidenciaron la fragilidad institucional del país. Ambos sirvieron para que afloraran resentimientos y hasta odios larvados por años, especialmente por parte de los jóvenes. Su exclusión y la falta de oportunidades llevaron a muchos de ellos a explotar su ira en las calles del país. Su voz debe ser escuchada con atención, pero no con mezquindad, sino con generosidad. Hacer de la tragedia que viven nuestros jóvenes una bandera politiquera y electoral solo servirá para ahondar mucho más la crisis que atraviesa el país. Escuchar a los jóvenes debe ser un compromiso de los candidatos presidenciales –de los 50 que hay y los que faltan– con el fin de buscar salidas a su dramática situación. Tampoco se trata de empoderar a quienes con métodos y prácticas violentas pretenden imponer su voluntad. No se trata de darle reconocimiento político a los vándalos. Esa tampoco es la salida, como creen algunos alcaldes del país.