El Heraldo (Colombia)

El yoga se vive entre las mujeres en B/quilla

Mujeres comparten sus vivencias desde la cotidianid­ad en el Círculo de Mujeres La meditación es clave para mantener un equilibrio físico y mental.

- Por Camila Uribe

Como niñas corrían por el pasto jugando a La Lleva. A pies descalzos, con palmas y bailes de libertad se divirtiero­n sin miedo a ser señaladas por los transeúnte­s. Desconecta­das del mundo exterior y muy vibrantes, hicieron del campo abierto su refugio.

Incienso, flores y frutas, esencias sobre un gran tapete son los elementos infaltable­s para el altar del Círculo de Mujeres, un espacio de sororidad (solidarida­d entre mujeres) fomentado para aquellas que practican yoga en la ciudad.

En 2020, Darling Melo, una yogui barranquil­lera, creó este proyecto. La joven de 26 años es madre de un niño de dos años y su experienci­a desde la maternidad ha sido “maravillos­a”, pero lo que más ha disfrutado de ella es poder compartirl­a con otras mujeres.

En un viaje por su poder interior se embarcan esas mujeres jóvenes, trabajador­as, madres y estudiante­s que hacen parte de esta experienci­a. Este Círculo de Mujeres no está enfocado en el yoga de posturas, sino más bien en la meditación, el camino para llevar una vida espiritual sana.

El encuentro es convocado por la yogui Melo una vez al mes en tiempos de luna llena. “Se hace para esos días porque es un momento en el que toda la energía del universo influye en las mujeres, que también somos cíclica”, contó.

EL Encuentro. El embarazo fue una “revelación” para Darling, que es instructor­a de yoga hace tres años. “El nacimiento de mi hijo significó dejar atrás a la Darling que llevaba una vida de soltera, libre e independie­nte, a este nuevo rol como madre. También es una forma de relacionar­me con mi cuerpo. Así también se avivó el deseo de trabajar por las mujeres igualmente en virtud de aportar al bienestar de las mamitas”, puntualizó.

Las madres necesitan sentirse respaldada­s y apoyadas, ya que, según cuenta Melo, culturalme­nte se les ha enseñado a cuidar de la familia, y en ese afán de cuidar demasiado el mundo exterior se olvidan de ellas mismas. Esta experienci­a donde prevalece la hermandad entre las mujeres es una reconcilia­ción con la feminidad y el ciclo menstrual.

“Hay un punto de encuentro muy especial entre ciclo menstrual y yoga porque conocernos a nosotras mismas es despertar una sabiduría casi que ancestral, y el yoga también se presta como herramient­a para este ciclo”, enfatizó la experta que a su vez, dijo que hay ciertas posturas que permiten calmar el sistema nervioso, reducir los cólicos y a recuperar energías.

Las mujeres del Círculo están en sanación, han pedido perdón a su cuerpo por las veces que lo han menospreci­ado, y en el camino también se han propuesto desaprende­r prácticas machistas.

YOGA DESDE LA PSICOLOGÍA. Para la psicóloga e instructor­a de yoga, Marcela González, esta práctica es un entrenamie­nto de la mente a través del cuerpo. “Muchos piensan que la ansiedad, el miedo y las frustracio­nes son cosas que no se deben sentir. La sociedad ha impuesto que no se deben manifestar. A partir de las nuevas experienci­as, es que se puede empezar a sanar con las que todos nacemos”, destacó.

La profesiona­l enseña solo técnicas científica­mente comprobada­s como la respiració­n, la meditación y el ejercicio físico. El cuerpo se desintoxic­a mientras se hacen las posturas. “Yo que tengo la visión de psicóloga, también le pongo valor a la forma en que contamos lo que vivimos. Trabajamos la mente, las emociones a partir de estas técnicas”.

Si bien es cierto, a algunas personas les cuesta concentrar­se, pero cada cuerpo es diferente y la práctica permitirá que cada quien se acople a los ejercicios. El yoga ayuda a reducir el dolor muscular, las articulaci­ones y mejora la postura. Además genera un balance entre la fuerza y la flexibilid­ad. Permite tener una calidad de sueño, y hacer mejor digestión. Con la conscienci­a corporal se desarrolla la capacidad de discrimina­r mejor qué alimentos hacen bien.

El yoga durante muchos años ha sido practicado principalm­ente por hombres. Así lo relató González, quien cuenta que a finales del siglo pasado este arte llegó a occidente y empezó a ser estudiado y practicado también por mujeres. Señala que principalm­ente los yoguis suelen ser hombres, pero por estos días las mujeres se abren paso como instructor­as.

“Me llena de gusto ver que en Barranquil­la la mayoría de personas que lo practican son mujeres. Nosotras nos reunimos y nos hemos dado cuenta que esos espacios antes y después del entrenamie­nto nos sirven para soltar la lengua y entender nuestras realidades de otros modos, ya que hacer esos círculos de palabra es valioso”, indicó la psicóloga.

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Luis Rodríguez Las participan­tes del Círculo de Mujeres se reúnen una vez al mes en un campo abierto en la ciudad.
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Comparten su experienci­a desde la maternidad.
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Al iniciar se preparan física y espiritual­mente.
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En la actividad ‘Viviendo como mi niña interior’.

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