El Heraldo (Colombia)

El avance económico

- Por Álvaro De la Espriella Arango

Araíz de la enorme inflación que viene sufriendo el país, especialme­nte en los artículos de primera necesidad integrante­s de la canasta familiar, la percepción es que cada día se agranda la pobreza, la informalid­ad en la ocupación laboral, la reducción del consumo en los hogares. En palabras sencillas, cada día la plata de los ingresos del hogar alcanza menos para vivir medianamen­te bien. Esto es una verdad de a puño, castigando más a la clase media que debe juntar varios salarios mínimos cada mes entre los miembros de una familia para poder, mansamente, subsistir.

El tema es más profundo de lo que las apariencia­s muestran. En primer término porque no es un fenómeno particular de Colombia, es universal. Las estadístic­as muestran por ejemplo que en los Estados Unidos la inflación es la más grande desde hace veinticinc­o años. El agravante de la guerra Rusia-ucrania limitando productos universale­s que restringen una oferta básica para la vida como la venta de gas, por ejemplo, empeora los problemas inflaciona­rios de Europa también. Es decir en esto Colombia no está sola, lo que sucede es que cada Estado tiene diferentes formas de enfrentar este fenómeno económico gravitante en la suma de los estándares de vida y maneras de controlarl­o.

Nosotros tenemos, afortunada­mente, un Banco Central llamado de la República, el Banco Emisor, estructura­lmente según la Constituci­ón actuante en forma independie­nte de las riendas de los gobiernos sucesivos. Eso se llama autonomía. Que entre nosotros es sagrada y se respeta al máximo. Esta independen­cia de criterio define muy bien la política monetarist­a y perfeccion­a los diferentes caminos que la entidad tiene como recursos para controlar nuestra economía. Es un tránsito obligado y permanente hacia la estabilida­d. El hecho de que factores externos inclusive fuera de nuestras fronteras inciden en la variación de las posiciones de la economía no quiere decir que estemos fuera de la órbita de control del Banco Emisor Central, Afortunada­mente.

Pero si bien desde ese ángulo nos podemos sentir tranquilos atravesand­o la tormenta es necesario que el avance de nuestra economía en los demás renglones subrayados diariament­e por el gobierno y los medios de comunicaci­ón, necesita fuertement­e ajustes y controles sucesivos, para no perder un avance, un crecimient­o que el país produce y siente, en medio de tanta incertidum­bre y vientos en contra. Por ejemplo, la producción no puede detenerse. La inversión de capital es cada día más exigente para que los pequeños y medianos empresario­s puedan salir adelante. Para ello hay que aflojar más los créditos y mejorar la capacidad de endeudamie­nto manejando la con mayor laxitud o con menos exigencias. La producción camina si hay capital, si no se paraliza. Hay muchísimas quejas de los inversioni­stas acerca del poco apoyo que encuentran en la búsqueda de financiaci­ón. De este modo si no se produce no hay rentabilid­ad y por lo tanto baja el empleo. La falta de formalidad en el empleo, en la cadena productiva conduce automática­mente a la menor circulació­n del dinero e incide enseguida en el consumo de los hogares. Es cuestión como diría Piketty de “aflojar las tuercas en cada uno de los soportes de esta cadena productiva”. Así, estamos ante un panorama de diferentes controles por parte del gobierno pero con holgura, casi diríamos que con mucho de generosida­d sin perder la valoración de las normas de cumplimien­to. En la economía cumplir es seguir viviendo acertadame­nte.

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