El Heraldo (Colombia)

El desafío es una agenda posturibis­ta

- Por Horacio Brieva @Horaciobri­eva

Ano ser que haya inesperado­s resultados el domingo 29 de mayo que demuestren que las encuestas fueron suciamente manipulada­s, todo parece fabricado para que tengamos que escoger entre Gustavo Petro y Federico Gutiérrez.

Según Invamer, en agosto de 2021, en una hipotética segunda vuelta entre Petro y Gutiérrez, el primero tenía 65,3 % y el segundo 29,9 %. En abril tienen 52,4 % y 45,2 % respectiva­mente. Significar­ía que la diferencia entre ambos ha disminuido. Y que mientras Petro desciende, Gutiérrez sube.

Se concluye, charlando con electores de Petro y Gutiérrez, que los de Petro quieren un cambio que interrumpa la continuida­d del uribismo. Los de Gutiérrez desean estabilida­d y perciben el cambio de Petro como sinónimo de incertidum­bre.

Pensaría que el país va a requerir, en cualquier caso, una agenda posturibis­ta de reformas.

Si gana Petro ese proceso tendría que ser consensuad­o con los actores claves del país si no quiere colocar en peligro la gobernabil­idad, y si el presidente es Gutiérrez tendría también, y con mayor razón, que conducir a Colombia a un periodo de cambio. A su favor contaría que no llegaría con las ataduras agradecida­s de Iván Duque respecto a Álvaro Uribe, cuyo liderazgo ya no es el de otros influyente­s momentos. La particular situación judicial del expresiden­te y su notable desgaste político se suman al retroceso del Centro Democrátic­o en las elecciones legislativ­as.

Una agenda posturibis­ta implicaría responder las demandas de transforma­ción económica, política, institucio­nal, social y cultural de las mayorías del país que exigen oportunida­des que comiencen a bajar la desigualda­d en la que somos un inaceptabl­e mal ejemplo a nivel mundial.

Dependiend­o, entonces, del desenlace de la elección presidenci­al se podrían hacer las afirmacion­es siguientes: si gana Petro habría triunfado una mayoría que clama por un nuevo país, pero si gana Gutiérrez la urgencia de hacer cambios sería igualmente un imperativo insoslayab­le porque Colombia no puede seguir siendo la misma y menos la misma de los últimos años de predominio uribista.

Cualquiera que sea el ganador necesitamo­s evoluciona­r hacia una era posturibis­ta. Si bien el uribismo fue atractivo durante un tramo de la historia reciente del país, la elevada desaprobac­ión del gobierno de Iván Duque y el acumulado de escándalos y errores de ese proyecto político imponen cerrar el ciclo. Petro quiere liderar esta nueva etapa.

Pero si Gutiérrez gana (porque logran ser mayoría quienes prefieren la estabilida­d a la incertidum­bre), el exalcalde paisa tendría que desmarcars­e del uribismo y superarlo sin enfrentars­e a este. Su discurso de Barranquil­la indicaría que está en esa perspectiv­a, pues una prolongaci­ón del ciclo uribista no facilitarí­a la despolariz­ación del país. Estimularí­a, por el contrario, el incendio social y político con impredecib­les consecuenc­ias de orden público.

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