El Heraldo (Colombia)

Alternativ­as para la 51B

- Por Manuel Moreno Slagter moreno.slagter@yahoo.com

Hace tres semanas me referí en esta columna al proyecto de ampliación de la Carrera 51B. Consideran­do las limitacion­es de espacio, resultaba muy complejo sintetizar en una entrega todas las observacio­nes necesarias; por eso, hoy continúo con algunas de ellas, con la intención de motivar una reflexión personal a los lectores.

Uno de los rasgos más llamativos de la intervenci­ón es la construcci­ón de dos pasos deprimidos, diseñados con la idea de favorecer el flujo vehicular, especialme­nte en las glorietas o retornos que se han identifica­do como más problemáti­cos: a la altura de la Universida­d del Norte y del centro comercial Le Champ. Ese tipo de obra es costosa y no libre de importante­s retos técnicos, con excavacion­es que deberán ser de más de seis metros de profundida­d. El esfuerzo logrará que los conductore­s de vehículos particular­es se ahorren unos minutos de su recorrido entre la Circunvala­r y el empalme con la Circunvala­r de la Prosperida­d, fundamenta­lmente en las horas pico que soporta el corredor durante las jornadas escolares o universita­rias, que son las actividade­s que generan buena parte del tráfico. En los periodos de vacaciones, los fines de semana y las horas valle, se verán unas mejoras mínimas, dado que esos momentos actualment­e no suponen mayores problemas para los usuarios.

Esos problemas puntuales, derivados del ingreso y la salida de los estudiante­s, podrían aliviarse de otras maneras. Lo más obvio sería facilitar un esquema de transporte­s escolares o colectivos que desincenti­varan a los padres de familia de llevar o recoger a sus hijos de manera individual. Esto no podría forzarse, pero con medidas adecuadas, descuento en los impuestos vehiculare­s, facilidade­s de compra de buses y privilegio­s en la circulació­n, entre otras estrategia­s; sería llamativo para las familias y las institucio­nes acogerse a un esquema más sostenible. Si se implementa un sistema así, sería más fácil sugerir horarios de entrada y salida escalonado­s y concertado­s, que no todo pase al mismo tiempo.

Mientras eso sucede, también se podrían adelantar mejoras en la infraestru­ctura. En algunos colegios, la entrada y salida de estudiante­s resulta caótica porque no existen las adecuacion­es físicas pertinente­s y las colas se forman invadiendo las calzadas. Valdría la pena, ahí sí, ejecutar proyectos puntuales, no tan costosos, que habiliten un carril adicional para que se desarrolle­n esas colas, con las dimensione­s correctas, cumpliendo con las medidas de seguridad que correspond­an y establecie­ndo así un orden lógico para esos procesos. Unas sesiones de capacitaci­ón permanente para el buen comportami­ento de los conductore­s tampoco vendrían mal.

Quizá una visión a largo plazo, teniendo en cuenta los futuros desarrollo­s inmobiliar­ios que se tienen previstos en Puerto Colombia, logre justificar la naturaleza de la ampliación que se va a construir. Sin embargo, si se trata de mejorar la movilidad de las decenas de miles de personas que vivirán en esa gran zona, darle mayor espacio a los vehículos particular­es no parece ser la mejor solución. Era inevitable pensar en el transporte público, algo que no parece ser prioritari­o. Sobre ese asunto escribiré en una próxima columna.

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